sábado, 12 de diciembre de 2015

VENEZUELA, NOSOTROS Y LA DEMOCRACIA

Por Fidel Díaz Castro, en La Pupila Insomne.


Mi prefacio: posteo este artículo, ya seleccionado además para los recomendados de Con-ciencia.info, porque plantea con claridad un elemento clásico de la teoría revolucionaria pero que hoy parece pasado de moda: la propiedad de los medios de producción.
Si tener la propiedad de los medios de producción es ya fundamental en el plano económico, no pensemos entonces cuánto más importante es la propiedad de los medios de comunicación, que son medios de producción para la guerra ideológica, y que en manos de la oligarquía siempre serán armas para la destrucción masiva de la conciencia patriótica y nacionalista de los pueblos.
Indudablemente que no es tan fácil lograr arrebatarle los medios de producción a la burquesía, y aquí entramos en la discusión de la estrategia revolucionaria, donde no alcanza sólo con poner los objetivos, aunque ésto sea lo primero que establecer porque es lo que tiene que ser tenido como faro de guía política para vertebrar esa estrategia. Fidel Díaz Castro apunta, en un artículo que es simplificador pero esclarecedor al mismo tiempo, a rescatar ese ordenador y "explicador" de toda la situación.
Bienvenido, aunque no comparto un punto de lo que dice Díaz Castro: que da como natural que una parte importante de la población pida "paz" rindiéndose ante los oligarcas. Justamente esa es la base de la lucha por la conciencia de la masas: "la libertad tiene un precio muy alto", decía Martí. Nunca será rindiéndose, "naturalmente", como se pagará ese precio. El desafío es poder transmitir ese espíritu heroico y revolucionario a las más grandes masas, más allá de las mediciones electorales. Y en esto, el porcentaje que mide esta última compulsa es importante (¡vaya si lo es!) como masa crítica con conciencia patriótica, aunque no sea la mayoría absoluta.
Fin del prefacio.

El Consejo Nacional Electoral nunca hizo fraude,
como lo afirman los siempre deshonestos cipayos

Venezuela demostró ayer –contrario a lo que se ha canonizado- que la democracia con economía y medios de comunicación en manos privadas no existe. Es lamentable, pero no puede avanzar una revolución social con el poder real en las manos de la oligarquía.
Con los medios y los poderes económicos en contra es imposible sacar adelante un gobierno que favorezca al pueblo. Ya pasaron los tiempos en que logramos sorprender a la derecha, y en especial al imperio yanqui, que tenía a su traspatio latinoamericano medio al garete; obviamente ya están reforzando su cerco contra el Sur.
Lo peor del revés de la Revolución bolivariana ayer, no está ni siquiera en la derrota en las urnas, tan aplastante, lo cual venía casi cantado, si no en el discurso de la izquierda, que le sigue el juego a los conceptos que nos imponen los grandes circuitos globales, entre ellos el cacareo de la democracia tal como la entiende el imperio.
Cacareamos que ganó la democracia, cuando en realidad lo que quedó demostrado es que se hace imposible ejercer la democracia; la democracia electoralista solo sirve a la derecha, la izquierda no puede gobernar con ella en medio de un mar de poderes fácticos económicos y mediáticos en manos de una minoría antidemocrática.
En nuestro noticiario en la mañana, nuestro reportero en Caracas dijo que el pueblo había hecho voto de castigo contra la gestión económica de Maduro; incluso el propio Maduro se ve presionado por esas ideas que imponen reconocer que no se fue efectivo, cuando la realidad es que no se puede ser efectivo cuando los poderes económicos lanzan una guerra abierta y la culpa la pagan los atacados. ¿Cómo gobernar en  contra de la oligarquía nacional e internacional (unida, como soñó Marx para los proletarios del mundo)?
El voto no fue de castigo contra una deficiente gestión, sino un voto de supuesta salvación, de alivio, ante una prolongada angustia  en la vida cotidiana del venezolano; Maduro no tuvo una gestión deficiente, sino imposible.
La maquinaria mediática internacional echa las culpas sobre Maduro, sobre este gobierno, incluso lo contrapone al de Chávez; tratando de hacernos creer que esto es otra cosa, y que Maduro es o villano, o incapaz; cuando en realidad la pelea ha sido titánica.
No estoy seguro siguiera que, con Chávez, los resultados hubieran sido distintos; de no ser mucho más radical en las medidas, lo cual se hace difícil con las reglas de juego impuestas, ¿cómo impedir unos medios feroces tergiversando, desinformando, calumniando, sin piedad ni ética? ¿Cómo controlar una economía que está en poder de las oligarquías?  ¿Cómo poder hacerle frente a esa situación económica si por otra parte los organismos económicos internacionales son parte de ese juego?
Queríamos alegrarnos de que las elecciones transcurrieran en plena calma, sin violencia, y para mí no era más que –lamentablemente- muy mal síntoma. Las elecciones se desarrollaban en paz, porque la oposición se sabía con grandes posibilidades de ganar. La campaña de no reconocer los resultados, y de salir a armar güarimbas en las calles, imperó para cumplir su objetivo, el miedo. Salvo los de mayor conciencia, cualquier ciudadano que lleva meses haciendo colas infinitas, viendo como los precios se disparan astronómicamente, y como se desaparecen incluso los alimentos y encima le auguran días de alta violencia si gana el chavismo, pues vota en su contra, a ver si llega un poco de paz a su vida.
¿Eso es la democracia? ¿Tener que votar no por un proyecto si no por miedo a lo que se viene desatando desde  la guerra de la oposición? En Telesur en plena incertidumbre de la espera  de los resultados, una socióloga ecuatoriana, comenzó a cuestionar las revoluciones que estamos haciendo en el continente, como desgastadas, obligadas al replanteo, lo cual me parece bien como principio;  lo que cuando escuchaba sus argumentos no aparecía por ningún lado la ingobernabilidad a que están sometiendo a las izquierdas, con una campaña mucho mejor orquestada a nivel continental; y esa sinfonía ya sabemos quién la dirige, los amos del Norte.
Todo pareciera que es que los gobiernos de izquierda están anquilosados, que supuestamente tienen que plantearse nuevas metas, y una viabilidad económica; no excluyo los errores, ni los planes aplazados, o la necesidad de buscar nuevas vías, pero la esencia del problema no está en los defectos de la izquierda sino en aceptar las reglas del juego de las derechas –nacionales y globales- que han cerrado cerco, lo cual no permite avanzar en los proyectos y tener que dedicar la mayor parte del tiempo a apagar los fuegos que imponen en su alianza con Estados Unidos.
Rusia Today denunciaba el presupuesto de 18 millones de dólares de financiamiento de los Estados Unidos para la guerra contra Venezuela, 3 de ellos específicamente para las elecciones, junto al sabotaje económico y la guerra mediática, y nosotros llamamos al efecto de todo eso democracia…

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