Lo que sigue es la síntesis de una clase de formación realizada en 2021 en el marco de un curso brindado a un movimiento popular. Sólo hice algunas correcciones menores y los ajustes temporales pertinentes al paso de un año.
¿Quién fue Martín Miguel de Güemes?
El 17 de junio de 1821 era asesinado en Salta, Martín Miguel de Güemes. Hace exactamente 201 años.
Martín Miguel de Güemes fue indudablemente uno de los dirigentes revolucionarios y de los jefes militares de las guerras por la independencia de España y de “toda otra dominación extranjera” (como dice nuestra declaración de la Independencia) con más arraigo en el pueblo más pobre, con más autoridad y prestigio en el seno del mismo, a pesar de provenir de una familia acaudalada. Su amor por su pueblo pudo más que su acomodado origen de clase.
Durante muchos años la “Historia Oficial”, la que escribieron las clases dominantes para tergiversar los hechos y mantener en la ignorancia al pueblo, la historia llamada “mitrista”, contó mentiras sobre este jefe popular, y procuró minimizarlo y disminuirlo todo lo posible. Es así que Güemes tardó en ingresar al panteón de nuestros héroes nacionales, y recién en los últimos años se lo está reconociendo masivamente y en su verdadera dimensión, en gran medida debido a la línea de historiografía nacionalista que se ha impulsado en los gobiernos de signo peronista desde Néstor Kirchner hasta la actualidad. El feriado nacional en honor a Güemes fue establecido en noviembre de 2010 por decreto de Cristina Fernández de Kirchner. Este año fue definido por ley como “2021 Año del Bicentenario del Paso a la Inmortalidad del Héroe Nacional Gral. Martín Miguel de Güemes”.
A lo largo del recorrido de su biografía pudimos saber que Güemes tuvo desde chico una clara vocación militar, integrando desde los 14 años (año 1899) el regimiento de infantería (que era una fuerza militar del virreinato: la Revolución de Mayo aún no había sucedido) de su Salta natal. Teniendo 21 años, fue un combatiente destacado durante la derrota de las invasiones inglesas a Buenos Aires, ocurridas en 1806 y 1807. Más tarde se enroló en la causa revolucionaria de Mayo. Luego integró el Ejército del Norte, ejército de los revolucionarios que se destinó a enfrentar a los ejércitos reales que venían desde el Norte (Virreinato del Perú) a tratar de “restaurar el orden” en el Sur, en el Río de la Plata, donde la Junta surgida de la Revolución de Mayo de 1810 era la que mandaba, y no el virrey.
En el Ejército del Norte participó de batallas fundamentales como la de Suipacha (actual Bolivia, a 50 km. al norte de La Quiaca), la primera victoria militar de los revolucionarios contra el Imperio Español. Es de notarse que en el Ejército del Norte a Güemes, con sus gauchos, le encomendaban las misiones de vanguardia, que son las que requieren más determinación, más decisión, más sagacidad y audacia.
Luego sus servicios fueron convocados a Buenos Aires, donde en 1811 participó del enfrentamiento a la reacción realista que se producía desde Montevideo, donde las fuerzas revolucionarias sitiaron la ciudad.
Más tarde regresó definitivamente a Salta, donde tuvo un brillante e insuperable desempeño en la guerra contra los realistas. Como resultado de su arrollador prestigio ganado con victorias militares, victorias que revirtieron la derrota del Ejército del Norte comandado por el designado por Buenos Aires, José Rondeau (un enemigo enconado de Artigas y, lógicamente, también de Güemes), el Cabildo de Salta designó a Güemes gobernador de Salta en mayo de 1815. Rondeau, luego de haber menospreciado la capacidad militar de Güemes (lo había rebajado en el mando militar) y de haber pretendido desarmarlo, fue derrotado políticamente por Güemes, que seguía ganando poder en el seno del pueblo.
Es así como Güemes organizó a Salta bajo la doctrina del "pueblo en armas", poniendo toda Salta a disposición de la guerra antiimperialista, cosa que siempre incomoda a los cómodos. La doctrina del "pueblo en armas" Güemes la había vivido, respirado, y aprendido, durante la victoria contra las invasiones inglesas, en la que participó todo el pueblo de Buenos Aires.
El "partido de los traficantes", el de los "mercaderes del templo", esos a los que Jesús, varias centurias antes, había echado violetamente (el partido de aquellos que siempre calculan para su propio beneficio egoísta e instrumentan las mejores causas para lucrar con ellas), al ver que Güemes organizaba al pueblo, lo "empoderaba" (palabra hoy bastante de moda) y lo exaltaba para que liberara y desarrollara sus energías revolucionarias, le empezó a hacer la guerra traicionera, esa de la acción conspirativa que hacen los que temen a las masas porque temen que éstas hagan justicia con medidas de revolución social.
Es así como Güemes pretendió ser puesto en duda constantemente por los eternos divididores de la voluntad popular organizada. Es así como las clases terratenientes de Salta y los comerciantes de Buenos Aires conformaron de hecho el frente contrarrevolucionario, pro-imperialista, que buscó desplazar a Güemes. El decidido apoyo de San Martín a Güemes y la incontrastable realidad de que Güemes, con su guerra popular, tenía una efectividad militar insuperable, evitaron por varios años que Güemes pudiera ser derrocado por las clases poseedoras y evitaron también que los realistas pudieran bajar desde el Alto Perú hacia el Sur, hacia el Río de la Plata, cosa que en realidad les beneficiaba a todos, aún a los mismos que le temen a los jefes populares.
Pero la unión de las clases traidoras, las clases más acaudaladas, con los españoles, pudo más, y Güemes, luego de haber derrotado varias invasiones españolas que atacaron desde el Alto Perú, luego de haber asegurado para el dominio patriota la región de lo que hoy es el noroeste argentino y haber facilitado así la gran empresa estratégica de San Martín (cruzar la cordillera, liberar Chile, e ir por mar y desembarcar desde el Océano Pacífico tomando Perú desde el Occidente), luego de todas esas hazañas y de ser como carne y uña con el pueblo pobre, fue depuesto de la gobernación de Salta por un asonada de los comerciantes que se llamó a sí misma, de manera bastante propia, por cierto, "revolución del comercio".
Poco tiempo después de haber recuperado el poder de Salta, con el asalto del pueblo organizado, con sus gauchos, contra los traidores que lo depusieron, una partida española que fue enviada para infiltrarse con el fin preciso de asesinarlo, logró su cometido con la ayuda de las clases traidoras aludidas. Un 17 de junio de 1821 muere Güemes luego de agonizar por un balazo por la espalda que le habían dado diez días antes en la ciudad de Salta. Luego de negarse a varias ofertas de médicos y cuidados por parte de los realistas a cambio de su rendición, el testamento de Güemes fue "sigan combatiendo, no se rindan, echen a los realistas".
Su mandato se terminó cumpliendo con la derrota del Imperio Español en toda Nuestra América, pero hoy todavía ese mandato sigue vigente contra "toda otra dominación extranjera", y vaya que hoy Argentina no es soberana y sigue siendo saqueada por el mismo partido de las clases traidoras, por el cipayismo que aún sigue conspirando y traicionando, para que el saqueo y la explotación de la Patria y de los humildes siga produciéndose. El mandato de este héroe nacional aún sigue ahí, como orden a cumplir.
Síntesis:
¿Quién fue Güemes?
-Un combatiente revolucionario.
-Un patriota.
-Un antiimperialista.
-Un jefe de masas.
-Un traidor a su clase acaudalada y, por eso, un fiel a los humildes, a los "descamisados".
-Un ejecutor de la doctrina militar del "pueblo en armas".
-Por todo eso lo mataron, y por todo eso se tardó tanto en incorporarlo a nuestro panteón de próceres de la Patria.
Leonardo Del Grosso
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