Importantísimos conceptos expresó el representante de la República Islámica de Irán en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la que se aprobó, por unanimidad, la resolución 2231, donde las Naciones Unidas homologan y hacen suyo el Acuerdo de Lausana, conceptos que esclarecen sobre la conducta sin mancha de Irán y sobre la mala fe de los países que lo acusan, mientras hacen silencio sobre el armamento nuclear de Israel, estado forajido que actúa por fuera del derecho internacional.
Si se desea leer todas las intervenciones en la sesión del Consejo de Seguridad se puede hacer a través de este enlace: http://www.voltairenet.org/article188257.html
Transcribo textualmente a continuación el registro del Consejo de Seguridad:
"A continuación tiene la palabra el representante de la República Islámica de Irán.Sr. Khoshroo (República Islámica de Irán) (habla en inglés): La aprobación hoy por el Consejo de la resolución 2231 (2015) supone un importante hito y representa un cambio fundamental en el examen que ha venido haciendo el Consejo en los últimos 10 años del programa nuclear pacífico de Irán. El Plan de Acción Integral Conjunto es el resultado de una extensa serie de esfuerzos colectivos que durante cerca de 2 años han tratado de dar una oportunidad a la diplomacia y poner fin a las presiones, la coacción y las amenazas. Ese enfoque fundamentalmente diferente, que se aparta del camino seguido en años anteriores, nos ha ayudado a todos a optar por la mejor salida posible, poner fin a una crisis innecesaria y conseguir un gran resultado para todas las partes interesadas y la comunidad internacional en general.
En la resolución de hoy, y en el Plan de Acción que en ella se respalda, también se prevé anular las resoluciones del Consejo de Seguridad que imponían sanciones injustificadas a Irán por tratar de ejercer sus derechos. Las sanciones no se basaban sino en puras especulaciones y rumores sin fundamento alguno. Nadie ha presentado jamás ninguna prueba de que el programa de Irán haya sido de otra naturaleza que no sea la pacífica. El Organismo Internacional de Energía Atómica, que ha sometido las instalaciones de Irán a un número récord de inspecciones, ha informado de manera sistemática que Irán ha cumplido debidamente todos y cada uno de sus compromisos. Por ejemplo, en cuanto a la frecuencia de las inspecciones, solo el Japón ha sido objeto de mayor escrutinio que Irán, si bien Japón tiene instalaciones nucleares mucho más amplias. El año pasado, Irán superó incluso a Japón en cuanto al número de inspecciones a las que fue sometido.
Por consiguiente, la intervención del Consejo de Seguridad no se basó en la existencia de un programa sospechoso de armas nucleares; lo que la motivó fue el objetivo, establecido en la resolución 1696 (2006), de obligar Irán a suspender su programa de enriquecimiento lícito. Esa exigencia no solo era innecesaria y estaba fuera de lugar, sino que también iba en contra de las conclusiones unánimes de las Conferencias de las Partes de 2000 y 2010 Encargadas del Examen del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares, en las que se estipuló que las decisiones de los Estados Miembros respecto de sus actividades asociadas al ciclo de combustible deben ser respetadas. También ignoró las repetidas demandas de la mayoría de la comunidad internacional, representada en el Movimiento de los Países No Alineados.
Las sanciones impuestas al Irán desde la resolución 1737 (2006) hasta la resolución 1929 (2010) fueron todas castigos por la negativa del pueblo iraní a aceptar esas exigencias. Al colaborar con el grupo de los tres más tres, el pueblo iraní ha tenido la previsión de seguir adelante sin perder de vista el pasado. Por ello, aunque esperamos que el Consejo de Seguridad abra un nuevo capítulo en sus relaciones con nosotros, no podemos aceptar ni olvidar el trato que con anterioridad dispensó a Irán, comenzando por su inacción ante la agresión y el uso de armas químicas por Saddam, y pasando por su enfoque más reciente con respecto al programa nuclear pacífico de Irán.
La solución que hemos logrado sin duda favorece la intención de fortalecer el régimen de no proliferación nuclear en su totalidad, pues incluye y reconoce el derecho de Irán a desarrollar la energía nuclear con fines pacíficos, incluso realizando actividades de enriquecimiento de uranio y labores de investigación y desarrollo en su territorio. Los derechos y las obligaciones de los Estados partes en el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), al igual que ocurre con cualquier otro régimen internacional, deben ir de la mano. Esas obligaciones solo se pueden cumplir y esos regímenes, incluido el del TNP, solo se pueden sostener si también se respetan esos derechos. Ninguna amenaza con sanciones o guerra puede hacer al TNP sostenible en el largo plazo si las grandes Potencias no se atienen a sus tres pilares, incluidos el desarme nuclear total y el derecho de todos a utilizar la energía nuclear, y si a los Estados que no son partes se les premia por su intransigencia.
De cara al futuro, mi Gobierno espera que el Plan de Acción Integral Conjunto y la resolución 2231 (2015) sean precursores de un nuevo capítulo en la relación entre Irán, el Consejo y los participantes en el Plan de Acción. Irán tiene la capacidad y el deseo de cumplir plenamente sus compromisos en virtud del Plan de Acción, porque ya se ha comprometido con la fatwa de su Líder Supremo, que ha declarado que todas las armas de destrucción en masa, en particular las armas nucleares, son haram, o están prohibidas, algo que, además, forma parte de la doctrina de defensa de Irán. Esperamos que nuestros asociados y el Consejo hagan lo mismo en lo que respecta a sus compromisos en virtud de los mismos documentos.
El deseo que ha manifestado el Consejo de fomentar una nueva relación con Irán, su exhortación a todos los Estados Miembros a cooperar con Irán en el marco del Plan de Acción en el ámbito de los usos pacíficos de la energía nuclear y sus proyectos relacionados, y el hincapié que hace en que el Plan de Acción puede ayudar a promover y facilitar el desarrollo de unos contactos y una cooperación económicos y comerciales normales con Irán son señales positivas y alentadoras.
Aunque este acuerdo se centra en la cuestión nuclear, Irán espera que tenga repercusiones positivas más amplias para nuestra región y para toda la comunidad internacional, incluidas las siguientes. En primer lugar, el acuerdo, alcanzado sobre la base del respeto y la comprensión mutuos, es una importante victoria de la diplomacia por encima de la presión y la coerción ejercidas sobre Irán, sin resultados, durante los últimos 37 años. El acuerdo refuerza nuestra fe en la diplomacia como la vía más racional para resolver las diferencias en nuestro mundo interconectado, y demuestra que la diplomacia puede funcionar y prevalecer sobre la guerra y la tensión. Por lo tanto, el acuerdo difunde un mensaje claro a los que todavía creen que pueden lograr cualquier cosa por medio de la fuerza y la coerción.
En segundo lugar, el Plan de Acción Integral Conjunto puede ayudar a desencadenar importantes acontecimientos en la región tendientes a lograr una mayor cooperación y coordinación para hacer frente a los problemas reales que nos ocupan. Por lo tanto, sinceramente esperamos que ayude a inaugurar una nueva etapa en nuestra región en la que los países puedan cerrar filas, luchar resueltamente contra el extremismo violento y avanzar hacia una mayor cooperación al afrontar las graves amenazas que tienen ante sí la región y el mundo. Si bien es cierto que todos los países de la región tienen mucho interés en derrotar el terrorismo, el extremismo violento y el sectarismo, los participantes en el Plan de Acción enfrentan los retos similares que esos fenómenos plantean para su seguridad. Una vez sosegada la situación relativa a la cuestión nuclear, somos libres de concentrarnos ahora en cuestiones reales y de beneficiarnos de un mejor entorno propicio para una cooperación más amplia entre todos los agentes.
En tercer lugar, a raíz de este importante acontecimiento en la región, reiteramos nuestra confirmación a nuestros vecinos y amigos del Golfo Pérsico y de toda la región de que Irán está dispuesto a colaborar de buena fe con todos ellos sobre la base del respeto mutuo, la buena vecindad y la fraternidad. En nuestra región tenemos en común muchos desafíos a los que es preciso hacer frente y muchas oportunidades de las cuales nos podemos beneficiar. Este es el momento de empezar a trabajar juntos para combatir nuestros más comunes e importantes desafíos, que incluyen, sobre todo, el extremismo violento de todo tipo.
En cuarto lugar, el régimen israelí, al aplicar su política general encaminada a atizar la tensión en la región, ha hecho todo lo posible por sabotear y vencer cualquier intento por resolver el problema relativo al programa de energía nuclear de Irán. Al hacerlo, ha demostrado una vez más que no considera que la paz en nuestra región redunde en su propio interés y que la considera como una amenaza para su propia existencia. La “iranofobia” que trata de propagar en la región y en otros lugares también tiene ese perverso propósito. Por lo tanto, alertamos a nuestros amigos y vecinos a no caer en la trampa de Israel.
En este contexto, no es sorprendente que el régimen israelí sea el único obstáculo para el establecimiento de una zona libre de armas nucleares en el Oriente Medio, concepto que mi país inició hace más de 40 años y que ha promovido desde entonces. Creemos que las ojivas nucleares almacenadas por el régimen israelí constituyen una grave amenaza para la paz y la seguridad en nuestra región inestable, y que el Consejo de Seguridad debe estar a la altura de su responsabilidad primordial en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y adoptar las medidas necesarias para neutralizar esta amenaza.
Para concluir, permítaseme recordar que Irán, nación con una cultura y una civilización ricas, ha soportado enormes tormentas milenarias manteniéndose firme en la preservación de su independencia y su identidad. Estas no han sido adquiridas oprimiendo a los demás o incumpliendo los compromisos contraídos. La tenacidad que nuestra delegación puso de manifiesto durante las negociaciones se basa en el hecho de que solo podemos aceptar compromisos que podamos acatar. Como Irán está decidido a cumplir sus obligaciones, esperamos que nuestros homólogos también permanezcan fieles a las suyas. Solo cumpliendo los compromisos asumidos, demostrando buena fe y adoptando el enfoque correcto podemos garantizar que la diplomacia prevalezca sobre los conflictos y las guerras en un mundo en el que abundan la violencia, el sufrimiento y la opresión. En este contexto, el Plan de Acción Integral Conjunto proporciona una base sólida para una interacción diplomática eficaz.
Permítaseme agradecer a los Embajadores que apoyaron el Plan de Acción Integral Conjunto y a los países que ayudaron a que este acuerdo se concertara. También quisiera responder brevemente a algunas acusaciones sin fundamento hechas por algunos de los oradores en la sesión de hoy. Es irónico que el Embajador de los Estados Unidos de América acuse a mi Gobierno de desestabilizar la región y de terrorismo. El país que invadió dos países de nuestra región y creó un caldo de cultivo del terrorismo y el extremismo no está en condiciones de hacer ese tipo de acusaciones contra mi país. Las irresponsables e insensatas acciones de Estados Unidos en nuestra región a lo largo de muchos años son la raíz de muchos de los desafíos que estamos enfrentando en nuestra región. Irán es un país estable en una región inestable. Como queremos que nuestra estabilidad perdure, promovemos la estabilidad en la región y ayudamos a nuestros vecinos a conseguirla y a cooperar con ese fin.
Para concluir, Sr. Presidente, permítame informarle que mi delegación, siguiendo instrucciones de mi Gobierno, está transmitiendo la declaración de la República Islámica de Irán tras las medidas adoptadas hoy por el Consejo de Seguridad, que se distribuirá como documento del Consejo de Seguridad".