por Vladímir Putin. En The National Interest. Traducción de Leonardo Del Grosso
Indudablemente que V. Putin es uno de los líderes mundiales más trascendentes de este siglo XXI y este Tercer Milenio que comenzaron en el 2000. Sería ocioso explicar porqué.
Como tantas otras intervenciones de Putin, ésta resulta especialmente importante tanto por la necesaria y correcta asimilación de la Verdad Histórica sobre la II Guerra Mundial (verdad persistentemente subvertida por la malicia de Occidente) como por la propuesta que Putin argumenta (la cumbre de los 5). Es por eso que me tomé el ingente trabajo de traducirlo del artículo en inglés para poder compartirlo aquí, no obstante que, dentro de lo que es esa Verdad Histórica que tanto contribuye a esclarecer Putin, personalmente difiera de su interpretación del bolchevismo, sobre lo cual tengo una visión muy diferente. No fue sólo el patriotismo, a secas, la inspiración de la URSS para vencer a los nazis. No por nada los trofeos de guerra, los estandartes nazis, en el desfile de la Victoria el ejército soviético los ofrendó al mausoleo de Lenin.
Soldados soviéticos arrojan estandartes del enemigo a los pies del mausoleo de Lenin. 24 de junio de 1945. |
Pero más allá de este elemento, para mi importante de marcar, el artículo de Putin nos enseña de la Verdadera Historia y nos da la verdadera dimensión del rol insoslayable de la Federación de Rusia en la defensa de la paz mundial.
Vladímir Putin: las verdaderas lecciones del 75 aniversario de la Segunda Guerra Mundial
Han transcurrido setenta y cinco años desde el final de la Gran Guerra Patria. Varias generaciones han crecido con el paso de los años. El mapa político del planeta ha cambiado. La Unión Soviética, que reivindicó una victoria épica y aplastante sobre el nazismo y salvó al mundo entero, se ha ido. Paralelamente, los eventos de esa guerra desde hace mucho se han convertido en un recuerdo lejano, incluso para sus participantes. Entonces, ¿por qué Rusia celebra el nueve de mayo como el día de celebración más grande? ¿Por qué la vida casi se detiene el 22 de junio? ¿Y por qué uno siente un nudo en la garganta?
Suelen decir que la guerra ha dejado una profunda huella en la historia de cada familia. Detrás de estas palabras, hay destinos de millones de personas, sus sufrimientos y el dolor de la pérdida. Detrás de estas palabras, también está la dignidad, la verdad y el recuerdo.
Para mis padres, la guerra significó las terribles pruebas del sitio de Leningrado, donde murió mi hermano de dos años, Vitya. Fue el lugar donde mi madre milagrosamente logró sobrevivir. Mi padre, a pesar de estar exento del servicio activo, se ofreció como voluntario para defender su ciudad natal. Tomó la misma decisión que millones de ciudadanos soviéticos. Luchó en la cabeza de puente Nevsky Pyatachok y fue gravemente herido. Y a medida que pasan los años, más siento la necesidad de hablar con mis padres y aprender más sobre el período de guerra de sus vidas. Sin embargo, ya no tengo la oportunidad de hacerlo. Esta es la razón por la que atesoro en mi corazón esas conversaciones que tuve con mi padre y mi madre sobre este tema, así como la gran modestia que mostraron.
Las personas de mi edad, y creo que nuestros hijos, nietos y bisnietos, es importante que entiendan el tormento y las dificultades que tuvieron que soportar sus antepasados. Necesitan entender cómo sus antepasados lograron perseverar y ganar. ¿De dónde vino su pura e inflexible fuerza de voluntad que sorprendió y fascinó al mundo entero? Claro, estaban defendiendo su hogar, sus hijos, seres queridos y familias. Sin embargo, lo que compartieron fue el amor por su tierrra natal, su Patria. Ese profundo, íntimo sentimiento, está plenamente reflejado en la esencia misma de nuestra nación y se convirtió en uno de los factores decisivos en su heroica y sacrificial lucha contra los nazis.
A menudo me pregunto: ¿qué haría la generación de hoy? ¿Cómo actuará ante una situación de crisis? Veo jóvenes médicos, enfermeras, a veces recién graduados, que van a la "zona roja" para salvar vidas. Veo a nuestros militares que luchan contra el terrorismo internacional en el norte del Cáucaso y lucharon hasta las últimas consecuencias en Siria. Son muy jóvenes. Muchos militares que formaban parte de la legendaria e inmortal 6ª Compañía de Paracaidistas tenían entre 19 y 20 años. Pero todos ellos demostraron que merecían heredar la hazaña de los guerreros de nuestra patria que la defendieron durante la Gran Guerra Patria.
Es por eso que confío en que uno de los rasgos característicos de los pueblos de Rusia es cumplir con su deber sin sentir pena por ellos mismos cuando las circunstancias así lo exigen. Valores como el desinterés, el patriotismo, el amor por su hogar, su familia y la Patria siguen siendo fundamentales e integrales para la sociedad rusa hasta nuestros días. Estos valores son, en gran medida, la columna vertebral de la soberanía de nuestro país.
Hoy en día, tenemos nuevas tradiciones creadas por el pueblo, como el Regimiento Inmortal. Esta es la marcha de la memoria que simboliza nuestra gratitud, así como la conexión viva y los lazos de sangre entre generaciones. Millones de personas salen a las calles portando las fotografías de sus familiares que defendieron su Patria y derrotaron a los nazis. Esto significa que sus vidas, sus pruebas y sacrificios, así como la Victoria que nos dejaron, nunca serán olvidados.
Tenemos la responsabilidad hacia nuestro pasado y nuestro futuro, de hacer todo lo posible para evitar que esas horribles tragedias nunca más sucedan. Por lo tanto, me vi obligado a publicar un artículo sobre la Segunda Guerra Mundial y la Gran Guerra Patria. He discutido esta idea en varias ocasiones con los líderes mundiales, y ellos han mostrado su apoyo. En la cumbre de líderes de la Comunidad de Estados Independientes celebrada a fines del año pasado, todos estuvimos de acuerdo en una cosa: es esencial transmitir a las generaciones futuras el recuerdo del hecho de que los nazis fueron derrotados en primer lugar y ante todo por el pueblo soviético, y que los representantes de todas las repúblicas de la Unión Soviética lucharon juntos, hombro con hombro, espalda con espalda, en esa heroica batalla, tanto en el frente como en la retaguardia. Durante esa cumbre, también hablé con mis contrapartes sobre el desafiante período anterior a la guerra.
Esa conversación causó un revuelo en Europa y el mundo. Eso significa, de hecho, que es hora de que volvamos a las lecciones del pasado. Al mismo tiempo, hubo muchos estallidos emocionales, inseguridades pobremente disfrazadas y ruidosas acusaciones que siguieron. Actuando por hábito, ciertos políticos se apresuraron a afirmar que Rusia estaba tratando de reescribir la historia. Sin embargo, ellos no pudieron refutar un solo hecho o refutar un solo argumento. De hecho, es difícil, si no imposible, discutir contra los documentos originales que, por cierto, se pueden encontrar no solo en Rusia, sino también en los archivos extranjeros.
Por lo tanto, es necesario examinar más a fondo las razones que causaron la guerra mundial y reflexionar sobre sus complicados eventos, tragedias y victorias, así como sus lecciones, tanto para nuestro país como para el mundo entero. Y como dije, es crucial confiar exclusivamente en documentos de archivo y evidencia contemporánea, evitando al mismo tiempo cualquier especulación ideológica o politizada.
Me gustaría recordar una vez más el hecho obvio. Las causas profundas de la Segunda Guerra Mundial provienen principalmente de las decisiones tomadas después de la Primera Guerra Mundial. El Tratado de Versalles se convirtió en un símbolo de grave injusticia para Alemania. Básicamente implicaba que el país iba a ser robado, siendo forzado a pagar enormes reparaciones a los aliados occidentales, que agotaron su economía. El mariscal francés Ferdinand Foch, que se desempeñó como Comandante Supremo Aliado, dio una descripción profética de ese Tratado: "Esto no es paz. Es un armisticio durante veinte años".
Fue la humillación nacional la que devino en terreno fértil para sentimientos radicales de venganza en Alemania. Los nazis jugaron hábilmente con las emociones de la gente y construyeron su propaganda prometiendo liberar a Alemania del "legado de Versalles" y restaurar el país a su antiguo poder mientras empujaban al pueblo alemán a la guerra. Paradójicamente, los estados occidentales, particularmente el Reino Unido y los Estados Unidos, contribuyeron directa o indirectamente a esto. Sus empresas financieras e industriales invirtieron activamente en fábricas y plantas alemanas de fabricación de productos militares. Además, muchas personas en la aristocracia y el establecimiento político apoyaron movimientos radicales, de extrema derecha y nacionalistas, que estaban en aumento tanto en Alemania como en Europa.
El "orden mundial de Versalles" causó numerosas controversias implícitas y conflictos aparentes. Giraron alrededor de las fronteras de los nuevos estados europeos establecidos aleatoriamente por los vencedores en la Primera Guerra Mundial. Esa delimitación de fronteras fue seguida casi inmediatamente por disputas territoriales y reclamos mutuos que se convirtieron en "bombas de tiempo".
Uno de los principales resultados de la Primera Guerra Mundial fue el establecimiento de la Liga de las Naciones. Había grandes expectativas para con esa organización internacional de garantizar la paz duradera y la seguridad colectiva. Era una idea progresista que, si se seguía de manera consistente, podría evitar que los horrores de una guerra global volvieran a suceder.
Sin embargo, la Liga de las Naciones, dominada por los poderes victoriosos de Francia y el Reino Unido, resultó ineficaz y se vio empantanada por discusiones sin sentido. La Liga de las Naciones, y el continente europeo en general, hicieron oídos sordos a los repetidos llamamientos de la Unión Soviética para establecer un sistema de seguridad colectiva equitativo y firmar un pacto de Europa del Este y un pacto del Pacífico para prevenir la agresión. Estas propuestas fueron desestimadas.
La Liga de las Naciones también falló en evitar conflictos en varias partes del mundo, como el ataque de Italia a Etiopía, la guerra civil en España, la agresión japonesa contra China y el Anschluss de Austria. Además, en el caso de la Traición de Munich que, además de Hitler y Mussolini, involucró a líderes británicos y franceses, Checoslovaquia fue desmantelada con la total aprobación de la Liga de las Naciones. A este respecto, me gustaría señalar que, a diferencia de muchos otros líderes europeos de la época, Stalin no se deshonró al reunirse con Hitler, quien era conocido entre las naciones occidentales como un político prestigioso y un huésped bienvenido en las capitales europeas.
Polonia también participó en la partición de Checoslovaquia, junto con Alemania. Decidieron juntos de antemano quién obtendría qué territorios checoslovacos. El 20 de septiembre de 1938, el embajador de Polonia en Alemania, Józef Lipski, informó al ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Józef Beck, sobre las siguientes garantías hechas por Hitler: "... en caso de un conflicto entre Polonia y Checoslovaquia sobre nuestros intereses en Teschen, el Reich se mantendría junto a Polonia". El líder nazi incluso impulsó y aconsejó que Polonia comenzara a actuar "solamente después que los alemanes ocuparan los Sudetes".
Polonia sabía que sin el apoyo de Hitler, sus planes anexionistas estaban condenados al fracaso. Me gustaría citar a este respecto un registro de la conversación entre el embajador alemán en Varsovia, Hans-Adolf von Moltke, y Józef Beck, que tuvo lugar el 1 de octubre de 1938, y se centró en las relaciones polaco-checas y la posición de la Unión Soviética en este asunto. Dice: "El Sr. Beck expresó su verdadera gratitud por el trato leal otorgado [a] los intereses polacos en la conferencia de Munich, así como la sinceridad de las relaciones durante el conflicto checo. La actitud del Führer y el Canciller fue plenamente apreciada por el Gobierno y el público [de Polonia]".
La partición de Checoslovaquia fue brutal y cínica. Munich destruyó incluso las formales, frágiles garantías remanentes en el continente. Demostró que los acuerdos mutuos no valían nada. Fue la traición de Munich la que sirvió como "detonante" e hizo inevitable la gran guerra en Europa.
Hoy, los políticos europeos, y los líderes polacos en particular, desean barrer la traición de Munich bajo la alfombra. ¿Por qué? El hecho de que sus países alguna vez rompieron sus compromisos y apoyaron la traición de Munich, y algunos de ellos incluso participaron en la repartija del botín, no es la única razón. Otra es que es un poco vergonzoso recordar que durante esos dramáticos días de 1938, la Unión Soviética fue la única que defendió a Checoslovaquia.
La Unión Soviética, de conformidad con sus obligaciones internacionales, incluidos los acuerdos con Francia y Checoslovaquia, intentó evitar que ocurriera la tragedia. Mientras tanto, Polonia, en pos de sus intereses, estaba haciendo todo lo posible para obstaculizar el establecimiento de un sistema de seguridad colectiva en Europa. El Ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Józef Beck, escribió sobre esto directamente en su carta del 19 de septiembre de 1938 al mencionado Embajador Józef Lipski, antes de su reunión con Hitler: "... el año pasado, el gobierno polaco rechazó cuatro veces la propuesta de unirse a la interferencia internacional en defensa de Checoslovaquia".
Gran Bretaña, así como Francia, que en ese momento era el principal aliado de los checos y los eslovacos, optaron por retirar sus garantías y abandonar este país de Europa del Este a su suerte. Al hacerlo, trataron de dirigir la atención de los nazis hacia el este para que Alemania y la Unión Soviética inevitablemente chocaran y se desangraran mutuamente.
Esa es la esencia de la política occidental de apaciguamiento, que se llevó a cabo no solo hacia el Tercer Reich sino también hacia otros participantes del apodado Pacto Anti-Comintern (Comintern es sinónimo de la Internacional Comunista, constituida bajo la iniciativa e inspiración del leninismo. Nota del Traductor): la Italia fascista y el Japón militarista. En el Lejano Oriente, esta política culminó con la conclusión del acuerdo anglo-japonés en el verano de 1939, que le dio a Tokio una mano libre en China. Las principales potencias europeas no estaban dispuestas a reconocer el peligro mortal que representaban Alemania y sus aliados para todo el mundo. Estas potencias abrigaban la esperanza de que ellas permanecerían sin ser tocadas por la guerra.
La traición de Munich le mostró a la Unión Soviética que los países occidentales se ocuparían de los problemas de seguridad sin tener en cuenta los intereses de la URSS. De hecho, incluso podrían crear un frente antisoviético, si fuera necesario.
Sin embargo, la Unión Soviética hizo todo lo posible para aprovechar todas las posibilidades de crear una coalición anti Hitler. A pesar de, lo diré nuevamente, el doble trato por parte de los países occidentales. Por ejemplo, los servicios de inteligencia reportaron al liderazgo soviético información detallada sobre los contactos tras bambalinas entre Gran Bretaña y Alemania en el verano de 1939. El hecho importante es que esos contactos fueron bastante activos y prácticamente coincidieron con las negociaciones tripartitas entre Francia, Gran Bretaña y la URSS, que, por el contrario, fueron deliberadamente demoradas por los socios occidentales. A este respecto, citaré un documento de los archivos británicos. Contiene instrucciones para la misión militar británica que llegó a Moscú en agosto de 1939. Declara directamente que la delegación debía proceder muy lentamente con las negociaciones, y que el Gobierno del Reino Unido no estaba dispuesto a asumir ninguna obligación precisa y que limitara su libertad de acción bajo cualquier circunstancia. También señalaré que, a diferencia de las delegaciones británica y francesa, la delegación soviética estaba encabezada por los principales comandantes del Ejército Rojo, que tenían la autoridad necesaria para "firmar una convención militar sobre la organización de la defensa militar de Inglaterra, Francia y la URSS contra la agresión en Europa".
Polonia jugó su papel en el fracaso de esas negociaciones, ya que no quería tener ninguna obligación con la parte soviética. Incluso bajo la presión de sus aliados occidentales, el liderazgo polaco rechazó la idea de una acción conjunta con el Ejército Rojo para luchar contra la Wehrmacht. Solo cuando se enteraron de la llegada de Ribbentrop a Moscú, J. Beck, a regañadientes y no directamente, a través de diplomáticos franceses, notificó a la parte soviética: "...en el caso de una acción conjunta contra la agresión alemana, la cooperación entre Polonia y la Unión Soviética no está descartada, en circunstancias técnicas que aún no se han acordado". Al mismo tiempo, explicó a sus colegas: "...acepté esta redacción solo por el bien de las tácticas, y nuestra posición central en relación con la Unión Soviética es definitiva y no ha cambiado".
En estas circunstancias, la Unión Soviética firmó el Pacto de No Agresión con Alemania. Fue prácticamente el último entre los países europeos en hacerlo. Además, se hizo frente a una amenaza real de guerra en dos frentes: con Alemania en el oeste y con Japón en el este, donde ya estaban en curso intensos combates en el río Khalkhin Gol.
Stalin y su séquito, de hecho, merecen muchas acusaciones legítimas. Recordamos los crímenes cometidos por el régimen contra su propio pueblo y el horror de las represiones masivas. En otras palabras, hay muchas cosas por las que se puede reprochar a los líderes soviéticos, pero una mala comprensión de la naturaleza de las amenazas externas no es una de ellas. Ellos vieron cómo se hicieron intentos para dejar sola a la Unión Soviética por tratar con Alemania y sus aliados. Teniendo en cuenta esta amenaza real, buscaron comprar el valioso tiempo necesario para fortalecer las defensas del país.
Hoy en día, escuchamos muchas especulaciones y acusaciones contra la Rusia moderna en relación con el Pacto de No Agresión firmado en ese momento. Sí, Rusia es el estado legal sucesor de la URSS, y el período soviético, con todos sus triunfos y tragedias, es una parte inalienable de nuestra historia de mil años. Sin embargo, recordemos que la Unión Soviética hizo una evaluación legal y moral del llamado Pacto Molotov-Ribbentrop. En su resolución del 24 de diciembre de 1989, el Soviet Supremo denunció oficialmente los protocolos secretos como "un acto de poder personal" que de ninguna manera reflejaba "la voluntad del pueblo soviético que no carga con la responsabilidad de esta colusión".
Sin embargo, otros estados han preferido olvidar los acuerdos que llevan las firmas de los nazis y los políticos occidentales, sin mencionar dar evaluaciones legales o políticas de dicha cooperación, incluida la aquiescencia silenciosa -o incluso la incitación directa- de algunos políticos europeos en los planes bárbaros del Nazis. Bastará recordar la frase cínica dicha por el embajador polaco en Alemania, J. Lipski, durante su conversación con Hitler el 20 de septiembre de 1938: "... para resolver el problema judío, nosotros [los polacos] construiremos en su honor... un espléndido monumento en Varsovia".
Además, no sabemos si hubo "protocolos" secretos o anexos a los acuerdos de varios países con los nazis. Lo único que queda por hacer es tomar su palabra. En particular, los materiales relacionados con las conversaciones secretas anglo-alemanas todavía no se han desclasificado. Por lo tanto, instamos a todos los estados a intensificar el proceso de hacer públicos sus archivos y publicar documentos previamente desconocidos de la guerra y los períodos anteriores a la guerra -como lo ha hecho Rusia en los últimos años. En este contexto, estamos listos para una amplia cooperación y proyectos de investigación conjuntos que involucren a historiadores.
Pero volvamos a los acontecimientos que precedieron inmediatamente a la Segunda Guerra Mundial. Era ingenuo creer que Hitler, una vez hecho con Checoslovaquia, no haría nuevos reclamos territoriales. Esta vez, las reclamaciones involucraron a su cómplice reciente en la partición de Checoslovaquia: Polonia. Aquí, el legado de Versalles, particularmente el destino del llamado Corredor Danzig, se utilizó nuevamente como pretexto. La culpa de la tragedia que sufrió Polonia recae enteramente en el liderazgo polaco, que impidió la formación de una alianza militar entre Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética y contó con la ayuda de sus socios occidentales, arrojando a su propia gente bajo la apisonadora de la máquina de destrucción de Hitler.
La ofensiva alemana se montó de acuerdo con la doctrina blitzkrieg. A pesar de la feroz y heroica resistencia del ejército polaco, el 8 de septiembre de 1939, solo una semana después de que estalló la guerra, las tropas alemanas se acercaban a Varsovia. Para el 17 de septiembre, los líderes militares y políticos de Polonia habían huido a Rumania, abandonando a su gente, que continuó luchando contra los invasores.
La esperanza de Polonia de recibir ayuda de sus aliados occidentales fue en vano. Después de que se declaró la guerra contra Alemania, las tropas francesas avanzaron solo unas pocas decenas de kilómetros en el territorio alemán. Todo parecía una mera demostración de acción vigorosa. Además, el Consejo de Guerra Supremo Anglo-Francés, que celebró su primera reunión el 12 de septiembre de 1939 en la ciudad francesa de Abbeville, decidió suspender la ofensiva por completo debido a los rápidos desarrollos en Polonia. Fue entonces cuando comenzó la infame Guerra Fingida. Lo que hicieron Gran Bretaña y Francia fue una evidente traición a sus obligaciones con Polonia.
Más tarde, durante los juicios de Nuremberg, los generales alemanes explicaron su rápido éxito en el Este. El ex jefe del personal de operaciones del alto mando de las fuerzas armadas alemanas, general Alfred Jodl, admitió: "...no sufrimos derrota tan pronto como 1939 solo porque alrededor de 110 divisiones francesas y británicas estacionadas en el oeste contra 23 divisiones alemanas, durante nuestra guerra con Polonia permanecieron absolutamente inactivas".
Solicité la recuperación de los archivos de todo el material relacionado con los contactos entre la URSS y Alemania en los dramáticos días de agosto y septiembre de 1939. De acuerdo con los documentos, el párrafo 2 del Protocolo Secreto del El Pacto de No Agresión Germano-Soviético del 23 de agosto de 1939 declaró que, en caso de reorganización político-territorial de los distritos que conforman el estado polaco, la frontera de las esferas de interés de los dos países correría "aproximadamente a lo largo de los ríos Narew, Vístula y San". En otras palabras, la esfera de influencia soviética incluía no solo los territorios que albergaban principalmente a la población ucraniana y bielorrusa, sino también las tierras históricamente polacas en la confluencia del Vístula y el Bug. Este hecho es conocido por muy pocos en estos días.
Del mismo modo, muy pocos saben que, inmediatamente después del ataque a Polonia, en los primeros días de septiembre de 1939, Berlín llamó enérgicamente y en repetidas ocasiones a Moscú a unirse a la acción militar. Sin embargo, el liderazgo soviético ignoró esas llamadas y planeó evitar involucrarse en los dramáticos desarrollos el mayor tiempo posible.
Fue solo cuando quedó absolutamente claro que Gran Bretaña y Francia no iban a ayudar a su aliado y que la Wehrmacht podía ocupar rápidamente toda Polonia y así aparecer en las crecanías de Minsk que la Unión Soviética decidió enviar, en la mañana del 17 de septiembre, unidades del Ejército Rojo dentro de las llamadas Fronteras del Este, que hoy en día forman parte de los territorios de Bielorrusia, Ucrania y Lituania.
Obviamente, no había alternativa. De lo contrario, la URSS se enfrentaría a mayores riesgos porque -lo diré nuevamente- la antigua frontera soviético-polaca se extendía solo a unas pocas decenas de kilómetros de Minsk. El país tendría que entrar en la inevitable guerra con los nazis desde posiciones estratégicas muy desventajosas, mientras que millones de personas de diferentes nacionalidades, incluidos los judíos que habitaban cerca de Brest y Grodno, Przemyśl, Lvov y Vilna, morirían a manos de los nazis y sus cómplices locales: antisemitas y nacionalistas radicales.
El hecho de que la Unión Soviética buscara evitar involucrarse en el creciente conflicto por el mayor tiempo posible y no estuviera dispuesta a luchar codo a codo con Alemania fue la razón por la cual el contacto real entre las tropas soviéticas y alemanas se produjo mucho más al este que las fronteras acordadas en el protocolo secreto. Éstas no estaban en el río Vístula, sino más cerca de la llamada Línea Curzon, que en 1919 fue recomendada por la Triple Entente como la frontera oriental de Polonia.
Como se sabe, casi no tiene sentido utilizar el modo subjuntivo cuando hablamos de los acontecimientos pasados. Solo diré que, en septiembre de 1939, el liderazgo soviético tuvo la oportunidad de trasladar las fronteras occidentales de la URSS aún más al oeste, hasta llegar a Varsovia, pero decidió no hacerlo.
Los alemanes sugirieron formalizar el nuevo status quo. El 28 de septiembre de 1939, Joachim von Ribbentrop y V. Molotov firmaron en Moscú el Tratado de Límites y Amistad entre Alemania y la Unión Soviética, así como el protocolo secreto para cambiar la frontera estatal. Según el Tratado la frontera fue reconocida en la línea de demarcación donde estaban los dos ejércitos de facto.
En el otoño de 1939, la Unión Soviética, persiguiendo sus objetivos estratégicos militares y defensivos, inició el proceso de incorporación de Letonia, Lituania y Estonia. Su adhesión a la URSS se implementó de forma contractual, con el consentimiento de las autoridades elegidas. Esto estaba en línea con el derecho internacional y estatal de la época. Además, en octubre de 1939, la ciudad de Vilna y sus alrededores, que anteriormente formaban parte de Polonia, fueron devueltos a Lituania. Las repúblicas bálticas dentro de la URSS conservaron sus cuerpos de gobierno, su idioma y tenían representación en las estructuras estatales superiores de la Unión Soviética.
Durante todos estos meses hubo una continua e invisible lucha diplomática y político-militar y trabajo de inteligencia. Moscú entendió que se enfrentaba a un enemigo feroz y cruel, y que ya se estaba librando una guerra encubierta contra el nazismo. Y no hay razón para tomar declaraciones oficiales y notas formales de protocolo de esa época como prueba de "amistad" entre la URSS y Alemania. La Unión Soviética mantuvo contactos comerciales y técnicos activos no solo con Alemania, sino también con otros países. Mientras que Hitler intentó una y otra vez atraer a la Unión Soviética a la confrontación de Alemania con el Reino Unido. Pero el gobierno soviético se mantuvo firme.
El último intento de persuadir a la URSS de actuar juntos fue hecho por Hitler durante la visita de Molotov a Berlín en noviembre de 1940. Pero Molotov siguió con precisión las instrucciones de Stalin y se limitó a una discusión general sobre la idea alemana de que la Unión Soviética se uniera al Pacto Tripartito, firmado por Alemania, Italia y Japón en septiembre de 1940 y dirigido contra el Reino Unido y los Estados Unidos. No es de extrañar que ya el 17 de noviembre Molotov dio las siguientes instrucciones al representante plenipotenciario soviético en Londres Ivan Maisky: "Para su información... No se firmó ningún acuerdo ni se pretendía que se firmara en Berlín. Simplemente intercambiamos nuestras opiniones en Berlín... y eso fue todo... Aparentemente, los alemanes y los japoneses parecen ansiosos por empujarnos hacia el Golfo y la India. Rechazamos la discusión de este asunto, ya que consideramos que ese consejo por parte de Alemania es inapropiado". Y el 25 de noviembre, el liderazgo soviético lo dejó en claro por completo al presentar oficialmente a Berlín las condiciones que eran inaceptables para los nazis, incluida la retirada de las tropas alemanas de Finlandia, el tratado de asistencia mutua entre Bulgaria y la URSS, y varios otros. Por lo tanto, excluyó deliberadamente cualquier posibilidad de unirse al Pacto. Tal posición consolidó definitivamente la intención del Führer de desatar una guerra contra la URSS. Y ya en diciembre, dejando de lado las advertencias de sus estrategas sobre el desastroso peligro de tener una guerra de dos frentes, Hitler aprobó el Plan Barbarroja. Hizo esto sabiendo que la Unión Soviética era la fuerza principal que se le oponía en Europa y que la próxima batalla en el Este decidiría el resultado de la guerra mundial. Y él no tenía dudas sobre la rapidez y el éxito de la campaña de Moscú.
Y aquí me gustaría destacar lo siguiente: los países occidentales, como una cuestión de hecho, acordaron en ese momento con las acciones soviéticas y reconocieron la intención de la Unión Soviética de garantizar su seguridad nacional. De hecho, el 1 de octubre de 1939, Winston Churchill, el Primer Lord del Almirantazgo en aquel entonces, en su discurso en la radio dijo: "Rusia ha seguido una política fría de interés propio... Pero que los ejércitos rusos deben mantenerse en esta línea [se entiende que la nueva frontera occidental] era claramente necesario para la seguridad de Rusia contra la amenaza nazi". El 4 de octubre de 1939, hablando en la Cámara de los Lores, el secretario de Asuntos Exteriores británico, Halifax, dijo: "...debe recordarse que las acciones del gobierno soviético fueron mover la frontera esencialmente a la línea recomendada en la Conferencia de Versalles por Lord Curzon... Yo me atengo a citar hechos históricos y creo que son indiscutibles". El destacado político y estadista británico D. Lloyd George enfatizó: "Los ejércitos rusos ocuparon los territorios que no son polacos y que fueron incautados por Polonia después de la Primera Guerra Mundial ... Sería un acto de locura criminal poner el avance ruso a la par con el alemán".
En comunicaciones informales con el representante plenipotenciario soviético Maisky, diplomáticos británicos y políticos de alto nivel hablaron aún más abiertamente. El 17 de octubre de 1939, el subsecretario de Estado de Asuntos Exteriores, R. A. Butler, le confió que los círculos del gobierno británico creían que no podía tratarse de devolver Ucrania occidental y Bielorrusia a Polonia. Según él, si hubiera sido posible crear una Polonia etnográfica de un tamaño modesto con una garantía no solo de la URSS y Alemania, sino también de Gran Bretaña y Francia, el gobierno británico se habría considerado bastante satisfecho. El 27 de octubre de 1939, el asesor principal de Chamberlain, H. Wilson, dijo que Polonia tenía que ser restaurada como un estado independiente en su base etnográfica, pero sin Ucrania occidental y Bielorrusia.
Vale la pena señalar que en el curso de estas conversaciones también se exploraron las posibilidades de mejorar las relaciones británico-soviéticas. Estos contactos en gran medida sentaron las bases para una alianza futura y una coalición anti Hitler. Churchill se destacó entre otros políticos responsables y con visión de futuro y, a pesar de su infame aversión por la URSS, había estado a favor de cooperar con los soviéticos incluso antes. En mayo de 1939, dijo en la Cámara de los Comunes: "Estaremos en peligro mortal si no podemos crear una gran alianza contra la agresión. La peor locura sería alejar cualquier cooperación natural con la Rusia soviética". Y después del comienzo de las hostilidades en Europa, en su reunión con Maisky el 6 de octubre de 1939, confió que no había contradicciones serias entre el Reino Unido y la URSS y, por lo tanto, no había razón para relaciones tensas o insatisfactorias. También mencionó que el gobierno británico estaba ansioso por desarrollar relaciones comerciales y dispuesto a discutir cualquier otra medida que pudiera mejorar las relaciones.
La Segunda Guerra Mundial no sucedió de la noche a la mañana, ni comenzó inesperadamente o de repente. Y la agresión alemana contra Polonia no salió de la nada. Fue el resultado de una serie de tendencias y factores de la política mundial de la época. Todos los eventos de antes de la guerra calzaron en su lugar para formar una cadena fatal. Pero, indudablemente, los principales factores que predeterminaron la mayor tragedia en la historia de la humanidad fueron el egoísmo estatal, la cobardía, el apaciguamiento del agresor que estaba ganando fuerza y la falta de voluntad de las élites políticas para buscar un compromiso.
Por lo tanto, es injusto afirmar que la visita de dos días a Moscú del ministro de Asuntos Exteriores nazi Ribbentrop fue la razón principal del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Todos los países líderes son en cierta medida responsables de su desencadenamiento. Cada uno de ellos cometió errores fatales, creyendo arrogantemente que podían ser más astutos que otros, asegurarse ventajas unilaterales para ellos mismos o mantenerse alejados de la inminente catástrofe mundial. Y esta miopía, la negativa a crear un sistema de seguridad colectiva costó millones de vidas y enormes pérdidas.
Al decir esto, de ninguna manera tengo la intención de asumir el papel de un juez, acusar o absolver a nadie, y mucho menos iniciar una nueva ronda de confrontación internacional de información en el campo histórico, que podría poner a los países y pueblos en desacuerdo. Creo que son académicos con una amplia representación de científicos respetados de diferentes países del mundo quienes deberían buscar una evaluación equilibrada de lo que sucedió. Todos necesitamos la verdad y la objetividad. Por mi parte, siempre he alentado a mis colegas a construir un diálogo tranquilo, abierto y basado en la confianza, para mirar el pasado común de una manera autocrítica e imparcial. Tal enfoque permitirá no repetir los errores cometidos en ese momento y garantizar un desarrollo pacífico y exitoso en los años venideros.
Sin embargo, muchos de nuestros socios aún no están listos para el trabajo conjunto. Por el contrario, persiguiendo sus objetivos, aumentan el número y el alcance de los ataques de información contra nuestro país, tratando de hacernos dar excusas y sentirnos culpables, y adoptando declaraciones completamente hipócritas y motivadas políticamente. Así, por ejemplo, la Resolución sobre la Importancia del Recuerdo Europeo para el Futuro de Europa aprobada por el Parlamento Europeo el 19 de septiembre de 2019, acusó directamente a la URSS junto con la Alemania nazi de desatar la Segunda Guerra Mundial. No hace falta decir que no se menciona a Munich en absoluto.
Creo que ese "papeleo" -ya que no puedo llamar a esta resolución un documento- que claramente tiene la intención de provocar un escándalo, está lleno de amenazas reales y peligrosas. De hecho, fue adoptado por una institución altamente respetable. ¿Y qué muestra eso? Lamentablemente, esto revela una política deliberada destinada a destruir el orden mundial de la posguerra, cuya creación fue una cuestión de honor y responsabilidad para los Estados, varios representantes de los cuales votaron hoy a favor de esta resolución engañosa. Por lo tanto, ellos cuestionaron las conclusiones del Tribunal de Nuremberg y los esfuerzos de la comunidad internacional para crear, después del victorioso 1945, instituciones internacionales universales. Permítanme recordarles a este respecto que el proceso de integración europea en sí mismo que condujo al establecimiento de estructuras relevantes, incluido el Parlamento Europeo, solo fue posible debido a las lecciones aprendidas del pasado y su precisa evaluación jurídica y política. Y aquellos que deliberadamente cuestionan este consenso socavan los cimientos de toda la Europa de la posguerra.
Además de representar una amenaza para los principios fundamentales del orden mundial, esto también plantea ciertos problemas morales y éticos. Profanar e insultar la memoria es malo. La mezquindad puede ser deliberada, hipócrita y bastante intencional, como en la situación en que las declaraciones que conmemoran el 75 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial mencionan a todos los participantes en la coalición anti Hitler, excepto la Unión Soviética. La mezquindad puede ser cobarde como en la situación en la que se demuelen los monumentos erigidos en honor de quienes lucharon contra el nazismo y estos actos vergonzosos se justifican por los falsos eslóganes de la lucha contra una ideología rechazada y una supuesta ocupación. La mezquindad también puede ser sangrienta, como en la situación en la que los que se enfrentan a los neonazis y los sucesores de Bandera son asesinados y quemados. Una vez más, la mezquindad puede tener diferentes manifestaciones, pero esto no la hace menos desagradable.
Descuidar las lecciones de la historia inevitablemente conduce a un áspero reembolso. Mantendremos firmemente la verdad basada en hechos históricos documentados. Seguiremos siendo honestos e imparciales sobre los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Esto incluye un proyecto a gran escala para establecer la colección más grande de archivos de Rusia, películas y materiales fotográficos sobre la historia de la Segunda Guerra Mundial y el período anterior a la guerra.
Tal trabajo ya está en marcha. Muchos materiales nuevos, recientemente descubiertos o desclasificados, también se utilizaron en la preparación de este artículo. A este respecto, puedo afirmar con toda responsabilidad que no hay documentos de archivo que confirmen la suposición de que la URSS tenía la intención de comenzar una guerra preventiva contra Alemania. El liderazgo militar soviético siguió una doctrina según la cual, en caso de agresión, el Ejército Rojo se enfrentaría rápidamente al enemigo, iría a la ofensiva y emprendería una guerra en el territorio enemigo. Sin embargo, tales planes estratégicos no implicaban ninguna intención de atacar a Alemania primero.
Por supuesto, los documentos de planificación militar, las cartas de instrucción del cuartel general soviético y alemán ahora están disponibles para los historiadores. Finalmente, sabemos el verdadero curso de los acontecimientos. Desde la perspectiva de este conocimiento, muchos discuten sobre las acciones, errores y juicios erróneos del liderazgo político y militar del país. A este respecto, diré una cosa: junto con un gran flujo de información errónea de diversos tipos, los líderes soviéticos también recibieron información verdadera sobre la próxima agresión nazi. Y en los meses anteriores a la guerra, tomaron medidas para mejorar la preparación para el combate del país, incluido el reclutamiento secreto de una parte de los responsables del servicio militar para el entrenamiento militar y la redistribución de unidades y reservas de los distritos militares del interior hacia las fronteras occidentales.
La guerra no fue una sorpresa, la gente la esperaba y se preparaba para ella. Pero el ataque nazi fue realmente sin precedentes en términos de su poder destructivo. El 22 de junio de 1941, la Unión Soviética se enfrentó al ejército más fuerte, más movilizado y calificado del mundo con el potencial industrial, económico y militar de casi toda Europa trabajando para ello. No solo la Wehrmacht, sino también los satélites alemanes, contingentes militares de muchos otros estados del continente europeo, participaron en esta invasión mortal.
Las derrotas militares más graves en 1941 llevaron al país al borde de la catástrofe. El poder de combate y el control tuvieron que ser restaurados por medios extremos, amplia movilización nacional e intensificación de todos los esfuerzos del estado y el pueblo. En el verano de 1941, millones de ciudadanos, cientos de fábricas e industrias, comenzaron a ser evacuadas bajo fuego enemigo al este del país. La fabricación de armas y municiones, que ya se habían comenzado a suministrar al frente durante el primer invierno militar, se inició en el menor tiempo posible y, en 1943, se superaron las tasas de producción militar de Alemania y sus aliados. En seis meses, el pueblo soviético hizo algo que parecía imposible. Tanto en la línea del frente como en el frente de la casa. Todavía es difícil darse cuenta, comprender e imaginar los increíbles esfuerzos, el coraje y la dedicación que valieron estos grandes logros.
El tremendo poder de la sociedad soviética, unido por el deseo de proteger su tierra natal, se alzó contra la poderosa, de sangre fría y armada hasta los dientes, máquina invasora nazi. Se puso de pie para vengarse del enemigo, que había roto, pisoteado, la vida pacífica, los planes y las esperanzas de la gente.
Por supuesto, el miedo, la confusión y la desesperación se apoderaron de algunas personas durante esta guerra terrible y sangrienta. Hubo traición y deserción. La dura división causada por la revolución y la Guerra Civil, el nihilismo, la burla de la historia nacional, las tradiciones y la fe que los bolcheviques intentaron imponer, especialmente en los primeros años después de llegar al poder, todo esto tuvo su impacto. Pero la actitud general de la mayoría absoluta de los ciudadanos soviéticos y nuestros compatriotas que se encontraron en el extranjero fue diferente: salvar y proteger la Patria. Fue un impulso real e incontenible. La gente buscaba apoyo en los verdaderos valores patrióticos.
Los "estrategas" nazis estaban convencidos de que un gran estado multinacional podría ponerse fácilmente bajo la bota. Pensaban que el repentino estallido de la guerra, su carácter despiadado y las insoportables dificultades, exacerbarían inevitablemente las relaciones interétnicas. Y que el país podría dividirse en pedazos. Hitler declaró claramente: "Nuestra política hacia los pueblos que viven en la inmensidad de Rusia debería ser promover cualquier forma de desacuerdo y división".
Pero desde los primeros días, fue claro que el plan nazi había fallado. La Fortaleza de Brest fue protegida hasta la última gota de sangre por sus defensores de más de 30 etnias. Durante la guerra, la hazaña del pueblo soviético no conoció fronteras nacionales, tanto en batallas decisivas a gran escala como en la protección de cada punto de apoyo, cada metro de tierra nativa.
La región del Volga y los Urales, Siberia y el Lejano Oriente, las repúblicas de Asia Central y Transcaucasia se convirtieron en el hogar de millones de evacuados. Sus residentes compartieron todo lo que tenían y brindaron todo el apoyo que pudieron. La amistad de los pueblos y la ayuda mutua se convirtieron en una verdadera fortaleza, indestructible para el enemigo.
La Unión Soviética y el Ejército Rojo, sin importar lo que nadie intente demostrar hoy, hicieron la contribución principal y crucial a la derrota del nazismo. Estos fueron héroes que lucharon hasta el final rodeados por el enemigo en Bialystok y Mogilev, Uman y Kiev, Vyazma y Kharkov. Lanzaron ataques cerca de Moscú y Stalingrado, Sebastopol y Odessa, Kursk y Smolensk. Liberaron Varsovia, Belgrado, Viena y Praga. Asaltaron Koenigsberg y Berlín.
Luchamos por la verdad genuina, sin barnizar, o blanqueada, sobre la guerra. Esta verdad humana nacional, que es dura, amarga y despiadada, nos la han transmitido escritores y poetas que atravesaron el fuego y el infierno de los desafíos del frente. Para mi generación, así como para otros, sus historias honestas y profundas, novelas, prosa de trincheras y poemas, han dejado su huella en mi alma para siempre. Honrar a los veteranos que hicieron todo lo posible por la Victoria y recordar a los que murieron en el campo de batalla se ha convertido en nuestro deber moral.
Y hoy, las líneas simples y grandiosas en su esencia del poema de Alexander Tvardovsky, "Fui asesinado cerca de Rzhev...", dedicado a los participantes de la sangrienta y brutal batalla de la Gran Guerra Patria en el centro de la línea de frente soviético-alemana, son asombrosos. Solo en las batallas por Rzhev y el saliente de Rzhevsky desde octubre de 1941 hasta marzo de 1943, el Ejército Rojo perdió 1.154.698 personas, incluidos heridos y desaparecidos. Por primera vez recurro a estas figuras terribles, trágicas y lejos de ser completas, recopiladas de fuentes de archivo. Lo hago para honrar el recuerdo de la hazaña de héroes conocidos y sin nombre, de los que, por diversas razones, poco se habló o no se mencionó en absoluto en los años de la posguerra, inmerecidamente e injustamente.
Déjame citarte otro documento. Este es un informe de febrero de 1954 sobre la reparación de Alemania por la Comisión Aliada de Reparaciones encabezada por Ivan Maisky. La tarea de la Comisión era definir una fórmula según la cual Alemania derrotada tendría que pagar por los daños sufridos por las potencias vencedoras. La Comisión concluyó que "el número de días de soldados que pasó Alemania en el frente soviético es al menos 10 veces mayor que en todos los demás frentes aliados. El frente soviético también tuvo que manejar cuatro quintos de tanques alemanes y aproximadamente dos tercios de aviones alemanes". En general, la URSS representó alrededor del 75 por ciento de todos los esfuerzos militares emprendidos por la coalición anti Hitler. Durante el período de guerra, el Ejército Rojo "molió" 626 divisiones de los estados del Eje, de las cuales 508 eran alemanas.
El 28 de abril de 1942, Franklin D. Roosevelt dijo en su discurso a la nación estadounidense: "Estas fuerzas rusas han destruido y están destruyendo más poder armado de nuestros enemigos (tropas, aviones, tanques y armas) que todas las demás Naciones Unidas juntas". Winston Churchill, en su mensaje a Joseph Stalin del 27 de septiembre de 1944, escribió "que es el ejército ruso el que arrancó las tripas de la máquina militar alemana...".
Tal evaluación ha resonado en todo el mundo. Porque estas palabras son la gran verdad, de la que nadie dudó entonces. Casi 27 millones de ciudadanos soviéticos perdieron la vida en los frentes, en las cárceles alemanas, murieron de hambre y fueron bombardeados, murieron en guetos y hornos de los campos de exterminio nazis. La URSS perdió a uno de cada siete de sus ciudadanos, el Reino Unido perdió a uno en 127 y Estados Unidos perdió a uno en 320. Desafortunadamente, esta cifra de las pérdidas más duras y graves de la Unión Soviética no es exhaustiva. El trabajo minucioso debe continuar para restaurar los nombres y destinos de todos los que han perecido: soldados del Ejército Rojo, partisanos, combatientes clandestinos, prisioneros de guerra y campos de concentración, y civiles asesinados por los escuadrones de la muerte. Es nuestro deber. Y aquí, los miembros del movimiento de búsqueda, las asociaciones militares patrióticas y voluntarias, tales como la base de datos electrónica "Pamyat Naroda", que contiene documentos de archivo, desempeñan un papel especial. Y, seguramente, se necesita una estrecha cooperación internacional en una tan humanitaria tarea común.
Los esfuerzos de todos los países y pueblos que lucharon contra un enemigo común dieron como resultado la victoria. El ejército británico protegió su tierra natal de la invasión, luchó contra los nazis y sus satélites en el Mediterráneo y el norte de África. Las tropas estadounidenses y británicas liberaron a Italia y abrieron el Segundo Frente. Estados Unidos realizó ataques poderosos y aplastantes contra el agresor en el Océano Pacífico. Recordamos los enormes sacrificios realizados por el pueblo chino y su gran papel en la derrota de los militaristas japoneses. No podemos olvidar a los luchadores de Fighting France, que no cayeron en la vergonzosa capitulación y continuaron luchando contra los nazis.
También siempre estaremos agradecidos por la asistencia prestada por los Aliados para proporcionar municiones, materias primas, alimentos y equipos al Ejército Rojo. Y esa ayuda fue significativa: alrededor del 7 por ciento de la producción militar total de la Unión Soviética.
El núcleo de la coalición contra Hitler comenzó a tomar forma inmediatamente después del ataque a la Unión Soviética, donde Estados Unidos y Gran Bretaña la apoyaron incondicionalmente en la lucha contra la Alemania de Hitler. En la conferencia de Teherán en 1943, Stalin, Roosevelt y Churchill formaron una alianza de grandes potencias, acordaron elaborar una diplomacia de coalición y una estrategia conjunta en la lucha contra una amenaza mortal común. Los líderes de los Tres Grandes tenían un claro entendimiento de que la unificación de las capacidades industriales, de recursos y militares, de la URSS, los Estados Unidos y el Reino Unido, otorgaría una supremacía indiscutible sobre el enemigo.
La Unión Soviética cumplió plenamente sus obligaciones con sus aliados y siempre ofreció una mano amiga. Así, el Ejército Rojo apoyó el desembarco de las tropas angloamericanas en Normandía llevando a cabo una Operación Bagration a gran escala en Bielorrusia. En enero de 1945, tras abrirse paso hasta el río Oder, puso fin a la última ofensiva poderosa de la Wehrmacht en el frente occidental de las Ardenas. Tres meses después de la victoria sobre Alemania, la URSS, en total conformidad con los acuerdos de Yalta, declaró la guerra a Japón y derrotó al ejército Kwantung, de un millón de efectivos.
En julio de 1941, el liderazgo soviético declaró que el objetivo de la Guerra contra los opresores fascistas no era solo eliminar la amenaza que se cernía sobre nuestro país, sino también ayudar a todos los pueblos de Europa que sufren bajo el yugo del fascismo alemán. A mediados de 1944, el enemigo fue expulsado de prácticamente todo el territorio soviético. Sin embargo, el enemigo tuvo que ser eliminado en su guarida. Y así, el Ejército Rojo comenzó su misión de liberación en Europa. Salvó a naciones enteras de la destrucción y la esclavitud, y del horror del Holocausto. Se salvaron a costa de cientos de miles de vidas de soldados soviéticos.
Los estandartes nazis mirando al suelo, trofeos de guerra del Ejército Rojo |
También es importante no olvidarse de la enorme ayuda material que la URSS brindó a los países liberados para eliminar la amenaza del hambre y reconstruir sus economías e infraestructura. Eso se estaba haciendo en el momento en que las cenizas se extendían por miles de millas desde Brest hasta Moscú y el Volga. Por ejemplo, en mayo de 1945, el gobierno austriaco solicitó ayuda a la URSS con alimentos, ya que "no tenía idea de cómo alimentar a su población en las próximas siete semanas antes de la nueva cosecha". El canciller estatal del gobierno provisional de la República de Austria, Karl Renner, describió el consentimiento del liderazgo soviético para enviar alimentos como un acto de auxilio que los austríacos nunca olvidarán.
Los aliados establecieron conjuntamente el Tribunal Militar Internacional para castigar a los criminales de guerra y políticos nazis. Sus decisiones contenían una clara calificación legal de los crímenes contra la humanidad, como el genocidio, la limpieza étnica y religiosa, el antisemitismo y la xenofobia. Directamente y sin ambigüedades, el Tribunal de Nuremberg también condenó a los cómplices de los nazis, colaboradores de diversos tipos.
Este vergonzoso fenómeno se manifestó en todos los países europeos. Figuras como Pétain, Quisling, Vlasov, Bandera, sus secuaces y seguidores -aunque estaban disfrazados de luchadores por la independencia nacional o la libertad del comunismo- son traidores y asesinos. En la inhumanidad, a menudo excedían a sus amos. En su deseo de servir, como parte de grupos punitivos especiales, ejecutaron voluntariamente las órdenes más inhumanas. Fueron responsables de hechos tan sangrientos como los disparos de Babi Yar, la masacre de Volhynia, Khatyn incendiada, los actos de destrucción de judíos en Lituania y Letonia.
Hoy también, nuestra posición permanece sin cambios: no puede haber excusas para los actos criminales de los colaboradores nazis, no hay estatuto de limitaciones para ellos. Por lo tanto, es desconcertante que, en ciertos países, aquellos que están manchados con la cooperación con los nazis sean repentinamente equiparados con los veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Creo que es inaceptable equiparar libertadores con ocupantes. Y solo puedo considerar la glorificación de los colaboradores nazis como una traición a la memoria de nuestros padres y abuelos. Una traición a los ideales que unieron a los pueblos en la lucha contra el nazismo.
En ese momento, los líderes de la URSS, los Estados Unidos y el Reino Unido enfrentaron, sin exageración, una tarea histórica. Stalin, Roosevelt y Churchill representaron a los países con diferentes ideologías, aspiraciones estatales, intereses, culturas, pero demostraron una gran voluntad política, se elevaron por encima de las contradicciones y preferencias y pusieron los verdaderos intereses de la paz en primer plano. Como resultado, pudieron llegar a un acuerdo y lograr una solución de la que se ha beneficiado toda la humanidad.
Los poderes victoriosos nos dejaron un sistema que se ha convertido en la quintaesencia de la búsqueda intelectual y política de varios siglos. Una serie de conferencias -Teherán, Yalta, San Francisco y Potsdam- sentaron las bases de un mundo que durante 75 años no tuvo una guerra global, a pesar de las contradicciones más agudas.
El revisionismo histórico, cuyas manifestaciones observamos ahora en Occidente, y principalmente con respecto al tema de la Segunda Guerra Mundial y su resultado, es peligroso porque distorsiona de manera cínica y grosera la comprensión de los principios del desarrollo pacífico, establecidos en las conferencias de Yalta y San Francisco en 1945. El mayor logro histórico de Yalta y otras decisiones de esa época es el acuerdo de crear un mecanismo que permita a las potencias líderes permanecer en el marco de la diplomacia para resolver sus diferencias.
El siglo XX trajo conflictos globales a gran escala e integrales, y en 1945 las armas nucleares, capaces de destruir físicamente la Tierra, también entraron en escena. En otras palabras, la solución de controversias por la fuerza se ha vuelto prohibitivamente peligrosa. Y los vencedores en la Segunda Guerra Mundial entendieron eso. Ellos entendieron y eran conscientes de su propia responsabilidad hacia la humanidad.
La historia admonitoria de la Liga de las Naciones se tuvo en cuenta en 1945. La estructura del Consejo de Seguridad de la ONU se desarrolló de manera que las garantías de paz fueran lo más concretas y efectivas posible. Así surgió la institución de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y el derecho al veto como privilegio y responsabilidad.
¿Qué es el poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU? Para decirlo sin rodeos, es la única alternativa razonable a una confrontación directa entre los principales países. Es una declaración de uno de los cinco poderes que una decisión es inaceptable y es contraria a sus intereses y sus ideas sobre el enfoque correcto. Y otros países, incluso si no están de acuerdo, dan por sentado esta posición, abandonando cualquier intento de realizar sus esfuerzos unilaterales. Entonces, de una forma u otra, es necesario buscar compromisos.
Una nueva confrontación global comenzó casi inmediatamente después del final de la Segunda Guerra Mundial y fue a veces muy feroz. Y el hecho de que la Guerra Fría no se convirtió en la Tercera Guerra Mundial se ha convertido en un claro testimonio de la efectividad de los acuerdos concluidos por los Tres Grandes. Las reglas de conducta acordadas durante la creación de las Naciones Unidas permitieron minimizar aún más los riesgos y mantener la confrontación bajo control.
Por supuesto, podemos ver que el sistema de la ONU actualmente experimenta cierta tensión en su trabajo y no es tan efectivo como podría ser. Pero la ONU aún cumple su función principal. Los principios del Consejo de Seguridad de la ONU son un mecanismo único para prevenir una guerra importante o un conflicto global.
Los llamamientos que se han hecho con bastante frecuencia en los últimos años para abolir el poder de veto, para negar oportunidades especiales a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad son en realidad irresponsables. Después de todo, si eso sucede, las Naciones Unidas se convertirían en esencia en la Liga de las Naciones, una reunión para conversaciones vacías sin influencia en los procesos mundiales. Cómo terminó es bien conocido. Es por eso que las potencias victoriosas se acercaron a la formación del nuevo sistema del orden mundial con la mayor seriedad buscando evitar la repetición de los errores de sus predecesores.
La creación del sistema moderno de relaciones internacionales es uno de los principales resultados de la Segunda Guerra Mundial. Incluso las contradicciones más insuperables -geopolíticas, ideológicas, económicas- no nos impiden encontrar formas de convivencia e interacción pacíficas, si existe el deseo y la voluntad de hacerlo. Hoy el mundo está pasando por un momento bastante turbulento. Todo está cambiando, desde el equilibrio global de poder e influencia, hasta los fundamentos sociales, económicos y tecnológicos de las sociedades, las naciones e incluso los continentes. En las épocas pasadas, los cambios de tal magnitud casi nunca han ocurrido sin grandes conflictos militares. Sin una lucha de poder para construir una nueva jerarquía global. Gracias a la sabiduría y la visión de futuro de las figuras políticas de las Potencias Aliadas, fue posible crear un sistema que ha refrenado a las manifestaciones extremas de tal competencia objetiva, históricamente inherente al desarrollo mundial.
Es un deber nuestro -de todos aquellos que asumen responsabilidad política y principalmente los representantes de los poderes victoriosos en la Segunda Guerra Mundial- el garantizar que este sistema se mantenga y mejore. Hoy, como en 1945, es importante demostrar voluntad política y discutir el futuro juntos. Nuestros colegas -el Sr. Xi Jinping, el Sr. Macron, el Sr. Trump y el Sr. Johnson- apoyaron la iniciativa rusa de celebrar una reunión de los líderes de los cinco Estados poseedores de armas nucleares, miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Les damos las gracias por esto y esperamos que tal reunión cara a cara pueda tener lugar lo antes posible.
¿Cuál es nuestra visión de la agenda para la próxima cumbre? En primer lugar, en nuestra opinión, sería útil discutir los pasos para desarrollar principios colectivos en los asuntos mundiales. Hablar con franqueza sobre los problemas de preservar la paz, fortalecer la seguridad global y regional, el control de armas estratégicas, así como los esfuerzos conjuntos para combatir el terrorismo, el extremismo y otros desafíos y amenazas importantes.
Un ítem especial en la agenda de la reunión es la situación de la economía global. Y, sobre todo, la superación de la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus. Nuestros países están tomando medidas sin precedentes para proteger la vida y la salud de las personas y para apoyar a los ciudadanos que se encuentran en situaciones de vida difíciles. Nuestra capacidad para trabajar juntos y en concierto, como verdaderos socios, mostrarán cuán severo será el impacto de la pandemia y qué tan rápido la economía global emergerá de la recesión. Además, es inaceptable convertir la economía en un instrumento de presión y confrontación. Los temas populares incluyen la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, de la misma manera que garantizar la seguridad del espacio de la información global.
La agenda propuesta por Rusia para la próxima cumbre de los Cinco es extremadamente importante y relevante tanto para nuestros países como para el mundo entero. Y tenemos ideas específicas e iniciativas sobre todos los temas.
No cabe duda de que la cumbre de Rusia, China, Francia, los Estados Unidos y el Reino Unido de Gran Bretaña, puede desempeñar un papel importante en la búsqueda de respuestas comunes a los desafíos y amenazas modernos, y demostrará un compromiso común con el espíritu de alianza, hacia esos altos ideales humanistas y valores por los cuales nuestros padres y abuelos lucharon hombro con hombro.
Basándonos en una memoria histórica compartida podemos confiar el uno en el otro y debemos hacerlo. Eso servirá como una sólida base para negociaciones exitosas y acciones concertadas en aras de mejorar la estabilidad y la seguridad en el planeta y en aras de la prosperidad y el bienestar de todos los Estados. Sin exageración, ese es nuestro deber y responsabilidad común para con el mundo entero, para con las generaciones presentes y futuras.