En Argentina la cantidad de presxs políticxs no deja de aumentar. Como en toda dictadura antipopular, con la violencia, el régimen pro-imperialista de Macri pretende amedrentar a la resistencia nacional. La calamidad creciente que se abate sobre el conjunto del país, con parálisis económica y penuria para los trabajadores y el pueblo, con el alevoso saqueo de los recursos naturales, con la violencia moral de la mentira institucionalizada como lenguaje oficial, indefectiblemente producirá un crecimiento de las luchas de los argentinos, como natural autodefensa, para enfrentar la agresión. Un régimen como éste, absolutamente incapaz de garantizar el bienestar del pueblo y la integridad de la nación, sólo podrá sostenerse por medios crecientemente coercitivos. Desde que encarcelaran a Milagro Sala a poco de que asumiera la alianza Cambiemos el gobierno, la cantidad de presxs políticxs no ha hecho más que crecer. Lo que sigue es un análisis de la situación actual, del porqué lxs presxs políticxs son tales, y de cuál es, a mi entender, el camino para lograr su necesaria liberación. En posteriores posts iré enfocándome, sucesivamente, en diferentes casos de presxs políticxs para que el pueblo y la opinión pública conozcan su situación, testimonio vivo de la ignominia de estos tiempos aciagos donde la oligarquía y el Imperio aún detentan el poder institucional del Estado Argentino.
exigencia de la libertad a lxs presxs durante la movilización del 24 de marzo |
¿Qué es un preso político?
Para saber quiénes son los presos políticos de Argentina y porqué están en prisión debemos, primero, saber qué es un preso político.
Un preso político es una persona detenida injustamente y por razones políticas. En Argentina hay miles de personas detenidas injustamente pero no están detenidas por razones políticas. Aquí alguien podría hacer la observación de que si entendemos que “todo es político”, entonces no se podría decir que esos miles de presos, detenidos injustamente, no lo son por razones políticas, ya que la injusticia de su detención es resultado de una situación que, en última instancia, es política, por lo cual si todo es político, ergo: “todo preso es político”, como dice la canción de Los Redondos. Si bien esto puede ser cierto teóricamente y en términos muy generales, en concreto este concepto tan amplio y abarcativo lo que hace es indiferenciar, poner en pie de igualdad lo que no es igual. ¿Es lo mismo, por ejemplo, un argentino pobre, que no tiene conciencia política de clase trabajadora, que está preso injustamente pero no está preso por un actuar justiciero, que un argentino que está preso como represalia por su compromiso y acción para con un proyecto político de dignidad popular, como represalia por su proceder bienintencionado?
Yo, cuando digo “por razones políticas”, no me refiero a lo indefinido de “todo preso es político” sino, precisamente, a lo concreto de aquellos argentinos que tomaron decisiones políticas en contra de la histórica oligarquía cipaya y vendepatria “argentina”. Y no me refiero a decisiones estrictamente anticapitalistas, sino decisiones que se encuentran, como mínimo, dentro del proyecto expresado, de manera franca y clara, por Néstor Kirchner cuando asumió su presidencia, el 25 de mayo de 2003: “capitalismo nacional” (nacional entendido en el sentido de nacionalista). En mi caso, el “capitalismo nacional” (o nacionalista) no es mi proyecto estratégico (mi proyecto estratégico es el socialismo) pero es necesario asumir y destacar que el objetivo de concretar un capitalismo nacional indudablemente, en su transcurso, en algún punto comienza a chocar con el imperialismo, al que no le hace ninguna gracia eso de “nacional”. Y es objetivamente lo que pasó en estos últimos años, principalmente en el caso de la lucha contra los fondos buitres (básicamente la resistencia contra el usurario capitalismo occidental), y de la resistencia argentina contra la geopolítica del unipolarismo occidentalista (recordemos que Argentina pasó, durante el kirchnerismo, de participar en los montajes sionistas de criminalización contra Irán en la Asamblea de Naciones Unidas, a firmar el Memorándum de Entendimiento con esa nación). Porque para caracterizar a un preso como “político” es importante, indudablemente, identificar el tipo de proyecto político que el preso defiende. Este proyecto debe ser un proyecto que por lo menos signifique un avance (en relación con una situación dada) hacia mayor justicia social y soberanía nacional. Un preso político, entonces, es aquél que está preso como represalia por haber tomado decisiones en beneficio de mayor bienestar para su pueblo y mayor soberanía para su nación, sin que el logro de esos fines signifiquen la opresión de otras naciones y/o pueblos.
El Foro por la Democracia y la Libertad de lxs Presxs Políticxs destaca los siguientes puntos para explicar porque son presxs políticxs lxs que esa organización popular multisectorial toma como tales:
- No se respeta el debido proceso legal ni la presunción de inocencia, principios esenciales del Estado de Derecho.
- Se practica la persecución política y la violencia institucional a través de la aplicación de la “prisión preventiva” alegando que los encausados pueden obstaculizar los procesos judiciales.
- Se encarcelan a dirigentes de máxima responsabilidad en el gobierno anterior mediante la judicialización de decisiones ejecutivas avaladas con el voto de la mayoría del parlamento argentino, como fue el Memorándum con Irán en pos del esclarecimiento de la causa AMIA.
- Se ha afectado seriamente la salud, atención y tratamiento de todxs lxs presxs políticxs, quienes han sufrido y sufren consecuencias físicas y emocionales irreversibles, producta de la falta de una adecuada intervención médica y los malos tratos recibidos.
¿Quién juzga a quién?
Otro elemento para evaluar sobre la situación de los presos políticos en Argentina y para saber porqué se los juzga es saber quienes son los que pretenden juzgarlos. Y los que pretenden juzgar a los presos políticos argentinos son los jueces que pusieron Macri, Morales y demás politicastros del contubernio antinacional, y los jueces que venían de antes pero que forman parte del maleable y corrupto aparato jurídico-político del sistema burgués argentino, donde lo que más importa, obviamente, como en todo lo que es capitalista, es el dinero. Indudablemente que si hacemos el recorrido de las principales figuras de la magistratura, con no pocas honrosas excepciones, lo que menos encontramos es Justicia. Lo que hay es venta de sentencias, encubrimiento de crímenes gravísimos como el atentado a la AMIA o como el terrorismo de Estado durante el cipayaje videlista, extorsiones, protección a los policías del gatillo fácil, impunidad para los ladrones de guante blanco, etc., etc. Toda la justicia real que se consigue no es sólo el mérito de algunos jueces que tienen integridad y no se dejan comprar, sino principalmente resultado de la lucha tenaz del pueblo, que crea la relación de fuerzas físicas y morales que obliga a los jueces. La desastrosa situación de la Argentina hoy, consecuencia de las decisiones políticas de Macri y su gavilla de chorros, me exime de demostrar con detalles la falta de autoridad moral que tienen quienes pretenden juzgar a los presxs políticxs (aunque el análisis de cada una de las causas por las que están encarcelados los presxs políticxs lo demuestra también). La realidad actual de la Argentina habla por si sola. La “banda del 2001”, los delincuentes que nos condujeron a la debacle de principios de este siglo (y esto incluye a los pseudo-peronistas estilo Menem o Pichetto, progresistas estilo Stolbizer, radicales estilo Nosiglia y Storani y, por supuesto, ministros estilo Cavallo o Dujovne), son los que gobiernan ahora con las consecuencias que todos sufrimos. Los jueces que pretenden juzgar a los presos políticos son parte de esa misma banda de delincuentes, del mismo “proyecto político”, si es que se puede llamar así al remate del país. Mal puede haber justicia cuando el que hace de juez es un traficante.
Resumiendo: ya de por sí, con más de tres años donde pasó -según las siempre lúcidas y sagaces palabras de la actual vicepresidenta Michetti- “lo de la economía”, no hay mucho más por explicar. Sólo no ve quien no quiere ver y no entiende quien no quiere entender.
Plaza de Mayo: x una Navidad sin presxs políticxs |
Además, yendo a lo más específico de las causas judiciales, si uno investiga cada proceso instruído por estos jueces y fiscales de cipayaje se encontrará con que es imposible demostrar científicamente lo que no existe materialmente, o sea, lo que no existe en la realidad. Por ejemplo, es imposible demostrar científicamente que a Nisman lo mataron y no se suicidó, y menos que lo mató un comando venezolano-iraní. ¿Por qué? Sencillamente porque nunca sucedió, no existió tal hecho en la realidad, entonces la ciencia jamás podrá demostrar algo que no existió. Lo que existe, cuando se le quiere vender al pueblo algo que no sucedió, es un montaje, una falsificación, para que la mentira parezca real.
Esto es lo que pasa en las “causas” por las que están presos los presos políticos: no se pueden demostrar científicamente, con evidencias concretas, las acusaciones contra ellos. Estas acusaciones forman parte de las acciones hostiles de los jueces macristas contra los opositores a este régimen. Todo está distorsionado, falseado.
Para finalizar, hablando sencillo: los que te ponen en el banquillo de los acusados son una banda de chorros, cipayos entreguistas, enemigos de la Patria y el Pueblo, que acusan por delitos inexistentes, inventados para difamar, desprestigiar y encarcelar.
El “modus operandi”
Como decíamos, como lo que no existe en la realidad debe ser inventado como relato verosímil y creíble, el “modus operandi” es el método utilizado para inventar y proyectar ese relato mentiroso y para, a la vez, ejecutar los actos injustos y arbitrarios, logrando, al mismo tiempo, la legitimidad político-social para los mismos. El objetivo no sólo es castigar y “sacar del medio” a cuadros opositores con determinación de lucha o a capitalistas competidores, sino además hacer “acción sicológica”, propaganda de guerra (o “periodismo de guerra” al decir del periodista de Clarín, Julio Blanck), con el fin de construir un enemigo odiable en la mente de por lo menos una parte de las masas (esto es posible no sólo porque hay usinas que producen la propaganda de guerra, sino porque existe un conjunto de medios de comunicación de masas que tienen, sumados, un importante “poder de fuego”, un extendido nivel de llegada, logrando ocupar un considerable espacio en el territorio perceptivo de la sociedad).
De esta manera, no es sólo el encarcelamiento político (o el asesinato… como en los casos de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, y otros) lo que forma parte de la operación, sino además la utilización de los perseguidos (o los asesinados) para la construcción de ese enemigo sobre el cual se pretende que la masa más ignorante y menos pensante (la más emotiva) se desahogue descargando la violencia acumulada por sus frustraciones sobre un objetivo diferente que aquél que es la causa de las mismas. Lo que es claro para un niño (que Macri está destruyendo la Argentina y enajenando sus riquezas) no lo es para un idiota político convenientemente manipulado. Más allá de cualquier evidencia y demostración, el estúpido hará como el toro de lidia, que enloquecido por la capa roja, es manejado a placer por el torero, quien es el que lo castiga y finalmente lo matará. Más aún, en concreto es todavía peor, porque esa capa roja del ejemplo son personas concretas, serres humanos que están presos por haber defendido un proyecto que significa, indudablemente, ciertos niveles importantes de contradicción con el imperio anglosionista y un avance en las condiciones de vida del pueblo.
Obervando las causas penales a los presxs políticxs, el lugar común en todas ellas es que, como adelanté en párrafos anteriores, cuando no se trata de acusaciones absolutamente descabelladas y burdas donde directamente sucede que el juez te encarcela porque criminaliza explícitamente un acto político (el ejemplo más claro de esto es el del Memorándum con Irán, que fue votado por el Congreso Nacional y que, sin embargo, es motivo de una causa por “traición a la Patria” o por “encubrimiento del atentado a la AMIA”), las acusaciones usadas como pretextos sólo se “demuestran” como parte del guión de la propaganda de guerra pero no se pueden demostrar realmente, porque acusan sobre hechos que nunca ocurrieron. Abusando de la figura de la prisión preventiva, los jueces encarcelan de manera expedita y con cargos falsos, y al mismo tiempo hacen propagando de guerra usando a los detenidos.
Operativamente, los jueces más activos en su accionar punitivo forman parte de grupos de tareas, tal como existían en la dictadura militar para aplicar el terrorismo de Estado. Como en el siglo pasado, y con los mismos fines de dominio extranjero de nuestro país, los actuales grupos de tareas también fueron organizados conjuntamente con el Imperio, en el marco de su accionar de amplio expectro y en el marco de las herramientas y las características socio-culturales y políticas actuales. Estos grupos de tareas están constituídos por periodistas, productores audiovisuales, agentes de inteligencia, ideólogos... y jueces. Así, hacen los montajes pseudo-jurídicos para construir la virtualidad criminalizadora. No se pueden demostrar las acusaciones pero, ¿cuántos son, de la masa de los argentinos despreocupados, esos que están orgullosos de no meterse en nada, de ser “apolíticos”, los que llegan a conocer los detalles de un expediente? ¿Y a través de qué medios acceden a esa información que, además, tiene una retórica jurídica? Las grandes masas son alimentadas por basura informativa y para las producciones audiovisuales los jueces traficantes hacen los movimientos pertinentes de tal manera que el relato criminalizador tenga verosimilitud y sea creíble para esa audiencia, para ese “target” menos pensante y con menos capacidad crítica, pero que cuantitativamente vota, y el voto de un idiota, recordemos, vale exactamente igual que el del más lúcido cuadro político. Por eso, por ejemplo, las numerosas citaciones, totalmente artificiosas, a declaraciones indagatorias a Cristina Fernández de Kirchner: para poder hacer las tomas cinematográficas, reales, necesarias para armar la película que después verán las masas despreocupadas. Lo mismo sucede ahora con la perversa exigencia de que Florencia Kirchner se presente a una declaración indagatoria a pesar de que su salud no se lo permite: es para construir el relato mentiroso, hacia las masas, de que la hija de la presidenta huye porque tiene algo que ocultar, y para dar continuidad a la rutina persecutoria que ha afectado emocionalmente a la hija de la ex Presidenta.
Por eso es tan importante el activismo, los medios alternativos de comunicación, la difusión de debate político, la movilización enérgica en las calles: para poder desmentir ese relato macrista, relato que hoy, con la penuria económica produciendo dolor y desencanto, afortunadamente resulta cada día menos creíble que al comienzo de este gobierno antinacional.
Pero volviendo al “modus operandi”, éste está constituido por operaciones concebidas en una lógica de guerra política y de clases (la lógica que el campo del pueblo siempre debería tener contra las clases imperiales). Aquí radica gran parte de la efectividad imperialista que sorprende a los reformistas, que no alcanzan a procesar la crudeza de la lucha de clases: al ser una lógica de guerra, la ofensividad es su elemento característico. Las clases dominantes tienen claro el enemigo y tienen claro el carácter fáctico del poder, y el carácter ideológico del recubrimiento político a su accionar violento. Y operativamente integran los diferentes planos: la producción de los hechos y la construcción de su cobertura propagandística-ideológica es parte de una misma operación.
En este sentido, entonces, como ya lo expresé, el Imperio no es que ha formado jueces nada más, sino que ha constituído grupos de tareas, como durante la dictadura militar, conformados por agentes imperialistas orgánicos, de los cuales determinados jueces y determinados periodistas y productores audiovisuales constituyen elementos especialmente calificados, agentes que aportan no sólo ejecución táctica, sino elaboración de planes de operaciones de cierta escala. Por sobre los grupos de tareas se encuentra, principalmente en sedes imperiales, la capa de ideólogos y estrategas, altos intelectuales, que elaboran los planes propiamente estratégicos, que ya directamente pertenecen a los niveles superiores de la estructura político-militar del Imperio (bien sean del Pentágono, del Estado de Israel, de corporaciones de guerra, u otras estructuras orgánicas). Todos actúan no con una organicidad formalmente pulcra, sino en el marco de lo que son las afinidades y las contradicciones intrísecas del modo de producción capitalista, contradicciones exacerbadas en momentos de crisis de superproducción como los actuales. La contradicción no es sólo entre ricos y pobres, sino también entre diferentes bandas de capital financiero y entre diferentes bandas de cuadros imperiales entre sí. Pero a los fines de lo que, concretamente, importa a nuestros pueblos, el imperio anglosionista, en el marco de su repliegue geopolítico hacia América, está lanzado en una contraofensiva en este hemisferio, contraofensiva cuya lógica no es “institucional” (nunca lo fue) sino, cada vez más, crudamente fáctica, paramilitar (entendido este término en su sentido más lato), contraofensiva de la que la “lawfare”, con su accionar paralegal, es en estos momentos un componente central (a posteriori, sí, consagran institucionalmente sus “conquistas”, pero su metodología, en su despliegue, no reconoce ningun límite institucional ni moral).
Así, en el caso de lxs presxs políticxs, se trata de toda una estrategia no sólo de desarticulación orgánica de fuerzas vivas, organizadas, que pudieran tener capacidad de desplegar acciones de resistencia activa, fáctica, a la agresión del cipayaje, sino también de destruir -mediante la mentira y la propagandización absolutamente sobredimensionada de los “puntos débiles” de cada uno de sus blancos- la autoridad política y moral de los opositores.
El caso D’Alessio y sus eventuales consecuencias
El “caso D’Alessio” ilustra claramente esta hipótesis más allá de que, conociendo la intimidad de la trama, todo pareciera más burdo, menos “formal”, más “cachivache”. Eso sucede porque muchas veces nos hacemos una imagen del Imperio que no expresa lo que es la práctica ejecutiva concreta: las operaciones del Imperio nunca son honorables ni están protagonizadas por esos arquetipos de agentes que muestra Hollywood, porque el Imperio, precisamente, algo que no es, es honorable. El imperio anglosionista, y más en estos momentos de profunda decadencia, no es una organización de patriotas, sino un compendio de delincuentes, de depredadores, donde cada cual, al mismo tiempo que es vector de la política imperial, hace su propio juego dentro de una competencia exacerbada.
Por eso, el “caso D’Alessio” no sólo ilustra la extorsión que este agente de inteligencia extranjero hacía, junto con el fiscal “Extornelli”, el “periodista” Daniel Santoro, y otros actores, para su propio enriquecimiento personal, sino, lo más importante, cómo operaba para construir relato, para generar acciones de propaganda de guerra, dentro de la cual los presos políticos son mucho más que las víctimas de una revancha; son el insumo de tal propaganda, los sujetos elegidos para construir la trama antagonizante, en el marco de las guerras de cuarta generación.
En este sentido, pretender desprestigiar este “modus operandi” como algo “inorgánico”, como de un “loco”, como algo poco profesional, excepcional, es en realidad quitarle la importancia que tiene en términos de la guerra política y, al mismo tiempo, pretender que el imperio tiene un estilo de actuación estrictamente formalista, cuando es absolutamente todo lo contrario.
En términos generales, de correlación ideológica de fuerzas, podríase decir que el poder del imperio será todo lo grande que sea el atraso ideológico de una sociedad de esclavos que, admirando a los amos y pretendiendo ser ellos, no pueden alcanzar a ver, desde su posición de arrodillamiento mental, lo miserables y cobardes que sus amos son de verdad. Es que cada sujeto toma las medidas con su propia vara... Por eso, cuando a un sorete como “Extornelli” se lo ve huir de un simple movilero puede llegar a resultar sorprendente y agradablemente revelador; pero en realidad es la conducta más coherente en un criminal con una dilatada carrera delictiva -por supuesto legalizada- como funcionario en Comodoro Py. Si analizamos también sus conductas más íntimas, expuestas por la locuacidad e indiscreción de D’Alessio, encontramos a un irresponsable que, en una de sus varias 4x4 de lujo (seguramente, al decir de D’Alessio, “hecha en una causa”), pasa semáforos en rojo, se excede temerariamente en la velocidad en un entorno apaciblemente residencial como Pinamar, todo para cancherear, como el más idiota de los bobos, frente a sus contertulios ociosos, y encontramos también a un pollerudo que pretendía acosar y encanutar el ex marido y padre de los hijos de su actual pareja. En síntesis: un loco psiquiátrico, un criminal impenitente. Pero como cuando hay alienación la realidad se ve distorsionada, a un sorete como “Extornelli” la que es audiencia cautiva de determinados medios de comunicación lo percibe, en vez de excremento, como si fuera un chocolate. En este sentido, si algo sabe D’Alessio, es de acción sicológica… Por eso es que llegó a ubicarse en los altos niveles en los que se manejó, con acceso directo a reuniones de gabinete de seguridad, sentado en la misma mesa que la ministra Bullrich y que los jerarcas de las fuerzas “de seguridad”. El hombre era un buen novelista, y las masas compraban, lo que luego tiene su impacto en las encuestas. Cada tanto, le llevaba a la ministra Bullrich sucesivos capítulos del relato. “No importa la verdad, importa la percepción de verdad” -decía el agente yanki D’Alessio a Etchebest, la víctima de extorsión que lo denunció. “A mí me chupa un huevo si vos no hiciste nada”, afirmaba el agente. Y como sus operaciones daban resultado para que las mentiras del macrismo sean percibidas como verdades por el analfabetismo político, el tipo no es que era un loco, como ahora quieren hacer creer quienes quieren despegarse de él, sino todo lo contario: en el instante previo a su caída en desgracia era un operador rutilante, que no sólo frecuentaba los niveles más altos del ministerio de seguridad, sino que además tenía su círculo de admiradores. Mientras tanto, los “encuadernados” sin convicciones se quebraban, buchoneaban, y así supongo que todo les debe resultar muy fácil a extorsionadores como D’Alessio. Pero ocurrió que, como el truco le había funcionado tantas veces, terminó por cebarse, y el cazador resultó cazado, en un bochorno monumental. Afortunadamente, a caballo de la penuria económica, una gran parte de las masas ya ha dejado de creer que son chocolate, lo que pone al macrismo más cerca de irse por el inodoro que de seguir hipnotizando párvulos.
No obstante lo expresado en relación con el bochorno D’Alessio, volviendo a los presos políticos, este “modus operandi” seguirá ejecutándose, tal cual, en la medida en que, en términos de la relación de fuerzas sociales, primero: no haya nada que deje en evidencia que todo esto es un gran relato, una gran mentira, y que, en realidad, en este momento es más la acción sicológica, es más la ilusión de poder, que el estricto poder duro, con lo que cuenta efectivamente el macrismo para sostenerse en su posición, y segundo, que de este lado haya cierta cantidad de poder efectivo como para destruir la ilusión y hacer caer a los farsantes. Y aquí es donde entra claramente en juego la determinación de los actores políticos en pugna y el impacto que la determinación tiene para generar poder efectivo (especialmente los casos de la resistencia antiimperialista de Corea del Norte y de Venezuela Bolivariana son una demostración palmaria de la actual debilidad imperial, que no está en condiciones, después de las derrotas que viene teniendo en todos los demás teatros de guerra, de “ir a los bifes” cuando la defensa está bien planteada y la conducción antiimperialista es inteligente). Así, el escándalo D’Alessio podrá ser digerido por el macrismo en la misma medida en que el macrismo sea ayudado por cierta “dirigencia” “opositora” (la del contubernio antinacional) a sostenerse en el poder a pesar de que es el mismo gobierno el está haciendo todo lo posible como para caerse. Si el macrismo lograra mantenerse en pie, este estado moral (mejor sería decir amoral) sería homologado, naturalizado, como la normalidad social de una descomposición que, justamente, es la gran apuesta cultural del Imperio. La apuesta por naturalizar el poder crudo de los opresores por sobre cualquier otro código social. Que no haya moral, sino sólo tráfico y abuso, como es en los Estados Unidos.
La importancia de la lucha por la libertad de lxs presxs políticxs
En el marco de lo que vengo diciendo, en realidad la importancia de luchar con determinación por la libertad de todxs lxs presxs políticxs es la misma que tiene luchar con determinación contra este gobierno cipayo. Las definiciones jurídicas favorables a los presxs políticxs no se sustentarán en la buena argumentación de una defensa legal, aunque este aspecto no sea despreciable, sino en la favorable relación de fuerzas que seamos capaces de edificar en términos generales, con la militancia, con la voluntad de enfrentamiento a estos lacayos, con la persistencia, la iniciativa, la organización. Lxs presxs políticxs son los rehenes que ha tomado este régimen, rehenes que tienen relación o representan, desde diferentes lugares y en diferentes medidas, una actitud soberana de mayor o menor intensidad, pero soberana al fin, en relación a la oligarquía argentina, tradicionalmente vendepatria y correa de transmisión de la política imperialista en el país. Es así que, en este sentido, en mi criterio son presxs políticxs desde Milagro Sala hasta Daniel Ruiz, desde Gerardo Ferreyra hasta Cristóbal López, desde Julio De Vido hasta Amado Boudou, desde Luis D’Elía hasta Fernando Esteche, desde Anahí Salcedo hasta Mirta Guerrero, desde Facundo Jones Huala hasta Alberto Samid, desde Fabián de Souza hasta Lázaro Báez, por nombrar solo algunos de los hoy tantos encarcelados por el contubernio cipayo. Es en función de lo que representa cada uno, tanto por su trayectoria histórica como también por su acción de los últimos tiempos, que el enemigo los ha elegido como blancos de su agresión. Es por eso que uno de los planos fundamentales por los que se define quiénes están con el campo nacional y quienes no, se expresa en su actitud hacia lxs presxs políticxs. Diversos actores políticos eventualmente pueden tener diferencias con tal o cual rehén, o pueden haber tenido con alguno de ellos enfrentamientos importantes en el pasado, pero de lo que se trata hoy es de cerrar filas frente al enemigo común y de reconocer que, más allá de los perfiles de cada uno, todos están presxs porque representan un plano de contradicción concreto con el poder neocolonialista que actualmente gobierna el país. Entonces no puede haber ninguna duda de que aquel que no plantea la liberación de los presxs políticxs como parte de su programa es sospechoso de estar pactando con los enemigos de la Nación. Es así entonces que, de la misma manera que la construcción de fuerza viva y resistente contra este régimen en general impactará positivamente sobre las perspectivas de liberar a los presxs políticxs, no puede haber un movimiento nacional honesto y compacto en su fuerza moral y material sin reivindicar de manera terminante la liberación de quienes el enemigo imperialista ha tomado de rehenes, habiéndolo hecho justamente no por azar sino por las peculiaridades positivas, desde el punto de vista nacional, de cada uno de lxs presxs políticxs.
marcha al penal de Ezeiza |
¿Cuáles son los presos políticos en Argentina?
En el día de hoy, 6 de abril de 2019, los presos políticos en Argentina, según mi criterio basado en información pública y en el seguimiento que realiza el Foro por la Democracia y la Libertad de los Presos Políticos en Argentina, son los siguientes: Milagro Sala; Mirta Guerrero; Gladis Díaz; Mirta Aizama; Javier Nieva; Graciela López; Patricia Cabana, “Pachila”; María Condorí; Adriana Condorí; Iván Altamirano; Miguel Sivila; Julio De Vido; Roberto Baratta; Fernando Esteche; Amado Boudou; Luis D'Elía; Daniel Ruiz; Sebastián Mc Dougall, Emanuel Lazzaro, Pablo Varriano, Luciano Fiocchi, Gerardo Ferreyra; José Olazagasti; José María Carrizo; Carlos Kirchner; Mariano Bruera; Atanacio Pérez Osuna; Fabián De Souza; Cristóbal López; Osvaldo Acosta; Rafael Llorens; Nelson Lazarte; Marco Viola; Lonko Facundo Jones Huala (extraditado a Chile y condenado a casi diez años de prisión); Lázaro Báez; Alberto Samid; Anahía Experanza Salcedo y aproximadamente diez detenidos más en relación con la persecusión posterior a los atentados contra el mausoleo del asesino Ramón Falcón y contra el domicilio del extorsionador Claudio Bonadío. En total suman 49 ciudadanos, 49 rehenes con los que Macri pretende asustarnos, amedrentarnos, replegarnos.
Como a lo largo de toda la Historia, ha habido momentos duros, de represión y muerte y, sin embargo, el pueblo ha sabido emerger enhiesto sobreponiéndose a la opresión y conquistando avances sensibles. Esta vez no será la excepción. Más temprano que tarde lxs presxs políticxs estarán de nuevo en las calles, marchando junto al pueblo que los habrá liberado.
el Foro viene llevando a cabo una lucha constante x la libertad de todxs lxs presxs políticos |
¡Con presxs políticxs no hay democracia!
¡Libertad a todxs lxs presxs políticxs!
"¡Sobre las cenizas de los traidores contruiremos la Patria de los humildes!"
Evita
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