Telesur ¡EN VIVO!




lunes, 19 de mayo de 2014

TEMPLE PARA HACER JUSTICIA


El Indulto a Esteche y Lescano es una obligación moral


la lucha contra los enemigos de Argentina

Contra lo que dicen sus críticos burgueses, el actual gobierno nacional ha hecho gala de un legalismo extremo comparado con los gobiernos que lo precedieron desde el fin de la última dictadura hasta hoy. Esto no es sinónimo, por supuesto, tratándose de la legalidad burguesa, de que sea justo ni apropiado, pero en relación a los demás de la restauración de la democracia burguesa argentina, eso se puede afirmar sin ninguna duda.
Porque: ¡Hay que tener temple y sangre fría para soportar más de cuatro años, cuatro años, para poder aplicar una ley votada por el Congreso Nacional, como la “ley de medios”, porque el Poder Judicial decidió demorarla, y con pequeñas triquiñuelas leguleyas, todo ese tiempo!
¡Hay que tener temple y sangre fría para insistir en ser un religioso y entusiasta “pagador serial”, según las palabras de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, de una deuda externa odiosa, ilegítima e ilegal, y que a pesar de ello “el sistema financiero internacional” permanentemente te esté “corriendo el arco”, subiendo la tasa de interés y el riesgo país por motivos estrictamente políticos y extorsionando a la Argentina con embargos o fallos aún más leoninos que la misma deuda! ¡Hay que tener temple y sangre fría para soportar el tener que indemnizar, con la plata que sea, a los que estafaron alevosamente a nuestra Patria mediante el saqueo de nuestras reservas de hidrocarburos y el vaciamiento de YPF! ¡Y hay que tener temple y sangre fría para tolerar que los que nunca pusieron nada y siempre fueron los ejecutores del saqueo de la Nación, los “mercaderes del templo”, sigan “levantándola con pala”!
Con los enemigos de la Patria sí se respeta una “letra” de no se qué ley. Con los enemigos de la Patria sí se respetan religiosamente las “formas legales” de la República Burguesa, formas que siempre terminan atándole las manos al gobernante que quiere ir contra el establishment del cipayaje. Con los enemigos de la Patria sí se respeta el manual de “buena conducta” burguesa; y para colmo, a pesar de todo, el gobierno es criminalizado internacionalmente y saboteado internamente, porque los imperialistas son insaciables y quieren siempre más, y no saben de ningún límite. Con los enemigos de la Patria sí se tienen contemplaciones formalistas y legalistas que después, obviamente, a aquellos que pretendieron consideración y reconocimiento, así sea sólo moral, para con su “equilibrio”, el clásico utilitarismo capitalista olvidará olímpicamente, desconocerá soberanamente y traicionará alevosamente.
¡Pero ninguna de esa contemplaciones se tienen para con los héroes antiimperialistas del presente!

Raúl Lescano y Fernando Esteche
¡Ninguna! para los que resistieron los '90 en el piquete, respirando humo de gomas y pasando frío en las rutas argentinas, mientras otros transitaban la promiscuidad de un Parlamento de cipayos y de una clase política célebremente venal y penosamente vergonzante. ¡Ninguna! para los que enfrentaron las privatizaciones con movilizaciones y tomas, enfrentando palos policiales y barrotes de prisiones, mientras otros multiplicaban su patrimonio gracias a las suculentas remuneraciones por mal representar al pueblo a través en un ejercicio democrático tramposo. ¡Ninguna! para los que señalaron a los enemigos de la Patria cada vez que los presidentes yanquis o europeos, o los capitostes del FMI, venían a visitar los territorios nacionales de donde saquean nuestras riquezas, mientras otros, arrastrados, rendían pleitesía humillándose frente a los soberbios extranjeros. ¡Ninguna! para los que reivindicaron tenazmente las mejores manifestaciones de Resistencia Patriótica a lo largo de nuestra Historia Nacional, mientras otros jugaban al Golf o hacían tertulias con los sucedáneos patricios de quienes fundaron la Argentina angloimitadora. ¡Ninguna! para los que fueron los profetas ignorados que pretendieron, sabiamente, prevenir las catástrofes políticas y sociales que ocurrirían -¡que ocurrieron!- de la mano de los banales políticos, entregadores, autodenominados peronistas o radicales o socialistas o conservadores, pero al fin de cuentas sólo administradores de la Argentina colonizada, mientras estos mismos administradores peleles sólo sabían posar para las revistas de la veleidad en el mismo momento en que los pobres sufrían, y sufren, el dolor del injusto hambre. ¡Ninguna! para los que se mantuvieron siempre al pie del cañón, como reserva moral de la Nación, mientras otros disfrutaban de las mieles corruptoras del soborno internacional.
Cuando digo héroes antiimperialistas estoy refiriéndome a muchos luchadores populares argentinos, que por eso tienen muchísimas causas judiciales y están criminalizados, y que deberían ser amnistiados (y más aún: condecorados) de manera inmediata, pero en esta ocasión me refiero especialmente a Fernando Esteche y Raúl Lescano, porque además de estar encausados ellos están presos y son, de los luchadores presos hoy en Argentina, los que tienen la más dilatada y regular trayectoria de lucha patriótica. Hoy ellos están exigiendo el indulto presidencial, forma expedita y sencilla de reparar la injusticia que están padeciendo, y yo me sumo a esa exigencia.
Entre ellos dos sólo hay distancias generacionales, pero sus vidas testimonian la misma perseverancia en el camino de la lucha popular y antiimperialista. Por su lucha el “Boli” padeció cárcel bajo la dictadura de Lanusse; luego bajo el gobierno de María Estela Martínez de Perón -cautiverio que se prolongó durante toda la dictadura de Videla y sus sucesores golpistas hasta bien entrado el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín-; años más tarde durante el gobierno de Néstor Kirchner y ahora durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Las causas? Defender a su Patria, indoblegablemente. Hoy Boli, como Fernando, está en prisión como represalia por haber escrachado a Sobisch, el responsable político y autor intelectual del alevoso homicidio del docente Carlos Fuentealba. Raúl Lescano nació el 20 de febrero de 1950.
Fernando Esteche nació 17 años más tarde que Lescano, el 17 de mayo de 1967. Hoy Esteche, como Boli, también está en prisión como represalia por haber escrachado a Sobisch, homicida del docente Fuentealba.
A Fernando y a Raúl la lucha patriótica y revolucionaria los haría encontrarse inevitablemente y juntos fundarían el MPR Quebracho, en 1996. A partir de allí lucharían en la misma organización política y seguirían protagonizando la resistencia contra el menemismo y el saqueo durante la década del '90, proceso que culminaría en el Argentinazo del 2001. En los años posteriores continuaron enfrentando al imperialismo, por mejores condiciones de vida para los trabajadores y por mayor democracia para el pueblo. Y por ello no cargan encima sólo la causa judicial por el escrache a Sobisch, sino muchas otras entre las que se cuentan causas judiciales como las que inventaron para penar el repudio a Rodrigo de Rato, el jefe del FMI allá por 2004. ¡En esta Argentina, donde ocurren estas cosas vergonzosas, estamos todavía!
¡Y son los héroes del presente porque siguen luchando, porque siguen insistiendo en la ambición de pretender otra Argentina, una Argentina plenamente soberana, sin saqueo, sin explotación de los trabajadores, sin injusticia, sin miseria! ¡Y los estúpidos intitulados, enemigos de la Argentina, agentes de las potencias extranjeras, los castigan por eso!
Se puede querer decir que sólo es la “Corporación Judicial”. Y quizá sea cierto si no hacemos distingos entre una progre como Gils Carbó -que argumentó en su dictamen a favor de la prisión de Esteche y Lescano- y un juez coimero como Riggi: ambos, en este caso, forman parte de la Corporación Judicial y, juntos, le dan leña a Esteche y Lescano.

Evita: eterna inspiración para los dirigentes
Pero si de legalismo hablamos, la Presidente, Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, tiene las herramientas legales perfectamente establecidas para poder reparar así sea parte de estas injusticias flagrantemente políticas. Francamente, sería muy sano desde todo punto de vista: político, moral, jurídico, humano, que la Presidenta Cristina Elisabet Fernández de Kirchner aplicara ese legalismo extremo que le permitió tener el temple para soportar tantas afrentas de jueces (“basta por favor”, imploraba Néstor Kirchner contra éstos), de banqueros, de empresarios, de organismos internacionales...; para hacer verdadera justicia con dos hombres que no han cesado de luchar dignamente para que Argentina sea una digna Nación, que se precie de tal, y el Pueblo sea respetado en su soberanía política, constitucional, como fuente de todo poder que es.
Hasta el momento, el Indulto es una prerrogativa del Presidente, establecida en la Constitución. En nuestra Constitución Nacional, ley de leyes, Carta Magna, supremo ordenamiento legal, en su artículo 99, inciso 5, dice que el Presidente “puede indultar o conmutar las penas por delitos sujetos a la jurisdicción federal, previo informe del tribunal correspondiente, excepto en los casos de acusación por la Cámara de Diputados”. Si el problema son las formas, el legalismo, sería perfectamente legal que la Presidenta hiciera verdadera Justicia, con mayúscula, y corrigiera, haciendo uso de sus prerrogativas constitucionales, los desastres mayúsculos que viene haciendo desde hace tanto tiempo ese Poder Judicial mamarrachesco que al mismo tiempo que garantiza la impunidad del asesino, ¡asesino!, Sobisch, mantiene en prisión a dos hombres que han salvado el honor de los argentinos, mientras otros vendían, y pretenden seguir haciéndolo, el país por la propina.
Ya hay antecedentes históricos recientes de Presidentes que no tuvieron complejos para utilizar esta atribución, indultando no sólo a luchadores, sino además a connotadísimos traidores a la Patria. Sabemos de qué hablamos (y sabemos también que los histéricos consuetudinarios de las tradicionales “tribunas de doctrina” de la Argentina Colonia no pegaron ningún grito en el cielo en esas ocasiones).
Cierto es que cada acto es un símbolo. Cierto es que cada decisión política no sólo es una decisión, sino además es un mensaje, además es un adjetivo que califica y que, por lo tanto, define a los sujetos. Cierto es que esta vez, si la Presidenta tiene la sensatez y el temple para indultar a Esteche y Lescano, las aves de rapiña comenzarán su coro de graznidos y llenarán el ambiente con el olor fétido de su aliento. Pero si ladran, Sancho, es señal de que cabalgamos en buena dirección y sentido. ¿O no se dice éste un gobierno nacional y popular?

Poder para HACER JUSTICIA
Quiero creer que el temple presidencial no sólo se puede ejercer para soportar afrentas; sino cada vez más para reivindicar a los postergados, para incluir a los excluídos, para reparar los daños que la Nación ha sufrido, enfrentando a sus enemigos, en síntesis: HACIENDO JUSTICIA.

Leonardo Del Grosso


No hay comentarios:

Publicar un comentario