El Indulto a Esteche y Lescano es una obligación moral
la lucha contra los enemigos de Argentina |
Contra lo que dicen sus críticos
burgueses, el actual gobierno nacional ha hecho gala de un legalismo
extremo comparado con los gobiernos que lo precedieron desde el fin
de la última dictadura hasta hoy. Esto no es sinónimo, por
supuesto, tratándose de la legalidad burguesa, de que sea justo ni
apropiado, pero en relación a los demás de la restauración de la
democracia burguesa argentina, eso se puede afirmar sin ninguna duda.
Porque: ¡Hay que tener temple y sangre
fría para soportar más de cuatro años, cuatro años, para poder
aplicar una ley votada por el Congreso Nacional, como la “ley de
medios”, porque el Poder Judicial decidió demorarla, y con
pequeñas triquiñuelas leguleyas, todo ese tiempo!
¡Hay que tener temple y sangre fría
para insistir en ser un religioso y entusiasta “pagador serial”,
según las palabras de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner,
de una deuda externa odiosa, ilegítima e ilegal, y que a pesar de
ello “el sistema financiero internacional” permanentemente te
esté “corriendo el arco”, subiendo la tasa de interés y el
riesgo país por motivos estrictamente políticos y extorsionando a
la Argentina con embargos o fallos aún más leoninos que la misma
deuda! ¡Hay que tener temple y sangre fría para soportar el tener
que indemnizar, con la plata que sea, a los que estafaron
alevosamente a nuestra Patria mediante el saqueo de nuestras reservas
de hidrocarburos y el vaciamiento de YPF! ¡Y hay que tener temple y
sangre fría para tolerar que los que nunca pusieron nada y siempre
fueron los ejecutores del saqueo de la Nación, los “mercaderes del
templo”, sigan “levantándola con pala”!
Con los enemigos de la Patria sí se
respeta una “letra” de no se qué ley. Con los enemigos de la
Patria sí se respetan religiosamente las “formas legales” de la
República Burguesa, formas que siempre terminan atándole las manos
al gobernante que quiere ir contra el establishment del cipayaje. Con
los enemigos de la Patria sí se respeta el manual de “buena
conducta” burguesa; y para colmo, a pesar de todo, el gobierno es
criminalizado internacionalmente y saboteado internamente, porque los
imperialistas son insaciables y quieren siempre más, y no saben de
ningún límite. Con los enemigos de la Patria sí se tienen
contemplaciones formalistas y legalistas que después, obviamente, a
aquellos que pretendieron consideración y reconocimiento, así sea
sólo moral, para con su “equilibrio”, el clásico utilitarismo
capitalista olvidará olímpicamente, desconocerá soberanamente y
traicionará alevosamente.
¡Pero ninguna de esa contemplaciones
se tienen para con los héroes antiimperialistas del presente!
Raúl Lescano y Fernando Esteche |
¡Ninguna! para los que resistieron los '90 en el piquete, respirando
humo de gomas y pasando frío en las rutas argentinas, mientras otros
transitaban la promiscuidad de un Parlamento de cipayos y de una
clase política célebremente venal y penosamente vergonzante.
¡Ninguna! para los que enfrentaron las privatizaciones con
movilizaciones y tomas, enfrentando palos policiales y barrotes de
prisiones, mientras otros multiplicaban su patrimonio gracias a las
suculentas remuneraciones por mal representar al pueblo a través en
un ejercicio democrático tramposo. ¡Ninguna! para los que señalaron
a los enemigos de la Patria cada vez que los presidentes yanquis o
europeos, o los capitostes del FMI, venían a visitar los territorios
nacionales de donde saquean nuestras riquezas, mientras otros,
arrastrados, rendían pleitesía humillándose frente a los soberbios
extranjeros. ¡Ninguna! para los que reivindicaron tenazmente las
mejores manifestaciones de Resistencia Patriótica a lo largo de
nuestra Historia Nacional, mientras otros jugaban al Golf o hacían
tertulias con los sucedáneos patricios de quienes fundaron la
Argentina angloimitadora. ¡Ninguna! para los que fueron los profetas
ignorados que pretendieron, sabiamente, prevenir las catástrofes
políticas y sociales que ocurrirían -¡que ocurrieron!- de la mano
de los banales políticos, entregadores, autodenominados peronistas o
radicales o socialistas o conservadores, pero al fin de cuentas sólo
administradores de la Argentina colonizada, mientras estos mismos
administradores peleles sólo sabían posar para las revistas de la
veleidad en el mismo momento en que los pobres sufrían, y sufren, el
dolor del injusto hambre. ¡Ninguna! para los que se mantuvieron
siempre al pie del cañón, como reserva moral de la Nación,
mientras otros disfrutaban de las mieles corruptoras del soborno
internacional.
Cuando digo héroes antiimperialistas
estoy refiriéndome a muchos luchadores populares argentinos, que por
eso tienen muchísimas causas judiciales y están criminalizados, y
que deberían ser amnistiados (y más aún: condecorados) de manera
inmediata, pero en esta ocasión me refiero especialmente a Fernando
Esteche y Raúl Lescano, porque además de estar encausados ellos
están presos y son, de los luchadores presos hoy en Argentina, los
que tienen la más dilatada y regular trayectoria de lucha
patriótica. Hoy ellos están exigiendo el indulto presidencial,
forma expedita y sencilla de reparar la injusticia que están
padeciendo, y yo me sumo a esa exigencia.
Entre ellos dos sólo hay distancias
generacionales, pero sus vidas testimonian la misma perseverancia en el camino de la lucha popular y antiimperialista. Por su
lucha el “Boli” padeció cárcel bajo la dictadura de Lanusse;
luego bajo el gobierno de María Estela Martínez de Perón
-cautiverio que se prolongó durante toda la dictadura de Videla y
sus sucesores golpistas hasta bien entrado el gobierno constitucional
de Raúl Alfonsín-; años más tarde durante el gobierno de Néstor
Kirchner y ahora durante el gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner. ¿Las causas? Defender a su Patria, indoblegablemente. Hoy
Boli, como Fernando, está en prisión como represalia por haber
escrachado a Sobisch, el responsable político y autor intelectual
del alevoso homicidio del docente Carlos Fuentealba. Raúl Lescano
nació el 20 de febrero de 1950.
Fernando Esteche nació 17 años más
tarde que Lescano, el 17 de mayo de 1967. Hoy Esteche, como Boli,
también está en prisión como represalia por haber escrachado a
Sobisch, homicida del docente Fuentealba.
A Fernando y a Raúl la lucha
patriótica y revolucionaria los haría encontrarse inevitablemente y
juntos fundarían el MPR Quebracho, en 1996. A partir de allí
lucharían en la misma organización política y seguirían
protagonizando la resistencia contra el menemismo y el saqueo durante
la década del '90, proceso que culminaría en el Argentinazo del
2001. En los años posteriores continuaron enfrentando al
imperialismo, por mejores condiciones de vida para los trabajadores y
por mayor democracia para el pueblo. Y por ello no cargan encima sólo
la causa judicial por el escrache a Sobisch, sino muchas otras entre
las que se cuentan causas judiciales como las que inventaron para penar el repudio a Rodrigo de Rato, el jefe del FMI allá por 2004. ¡En esta
Argentina, donde ocurren estas cosas vergonzosas, estamos todavía!
¡Y son los héroes del presente porque
siguen luchando, porque siguen insistiendo en la ambición de
pretender otra Argentina, una Argentina plenamente soberana, sin
saqueo, sin explotación de los trabajadores, sin injusticia, sin
miseria! ¡Y los estúpidos intitulados, enemigos de la Argentina,
agentes de las potencias extranjeras, los castigan por eso!
Se puede querer decir que sólo es la
“Corporación Judicial”. Y quizá sea cierto si no hacemos
distingos entre una progre como Gils Carbó -que argumentó en su
dictamen a favor de la prisión de Esteche y Lescano- y un juez
coimero como Riggi: ambos, en este caso, forman parte de la
Corporación Judicial y, juntos, le dan leña a Esteche y Lescano.
Evita: eterna inspiración para los dirigentes |
Pero si de legalismo hablamos, la
Presidente, Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, tiene las
herramientas legales perfectamente establecidas para poder reparar
así sea parte de estas injusticias flagrantemente políticas.
Francamente, sería muy sano desde todo punto de vista: político,
moral, jurídico, humano, que la Presidenta Cristina Elisabet
Fernández de Kirchner aplicara ese legalismo extremo que le permitió
tener el temple para soportar tantas afrentas de jueces (“basta por
favor”, imploraba Néstor Kirchner contra éstos), de banqueros, de
empresarios, de organismos internacionales...; para hacer verdadera
justicia con dos hombres que no han cesado de luchar dignamente para
que Argentina sea una digna Nación, que se precie de tal, y el
Pueblo sea respetado en su soberanía política, constitucional, como
fuente de todo poder que es.
Hasta el momento, el Indulto es una
prerrogativa del Presidente, establecida en la Constitución. En
nuestra Constitución Nacional, ley de leyes, Carta Magna, supremo
ordenamiento legal, en su artículo 99, inciso 5, dice
que el Presidente “puede indultar o conmutar las penas por delitos
sujetos a la jurisdicción federal, previo informe del tribunal
correspondiente, excepto en los casos de acusación por la Cámara de
Diputados”. Si el problema son las formas, el legalismo, sería
perfectamente legal que la Presidenta hiciera verdadera Justicia, con
mayúscula, y corrigiera, haciendo uso de sus prerrogativas
constitucionales, los desastres mayúsculos que viene haciendo desde
hace tanto tiempo ese Poder Judicial mamarrachesco que al mismo
tiempo que garantiza la impunidad del asesino, ¡asesino!, Sobisch,
mantiene en prisión a dos hombres que han salvado el honor de los
argentinos, mientras otros vendían, y pretenden seguir haciéndolo,
el país por la propina.
Ya hay antecedentes históricos
recientes de Presidentes que no tuvieron complejos para utilizar esta
atribución, indultando no sólo a luchadores, sino además a
connotadísimos traidores a la Patria. Sabemos de qué hablamos (y
sabemos también que los histéricos consuetudinarios de las
tradicionales “tribunas de doctrina” de la Argentina Colonia no
pegaron ningún grito en el cielo en esas ocasiones).
Cierto es que cada acto es un símbolo.
Cierto es que cada decisión política no sólo es una decisión,
sino además es un mensaje, además es un adjetivo que califica y
que, por lo tanto, define a los sujetos. Cierto es que esta vez, si
la Presidenta tiene la sensatez y el temple para indultar a Esteche y
Lescano, las aves de rapiña comenzarán su coro de graznidos y
llenarán el ambiente con el olor fétido de su aliento. Pero si
ladran, Sancho, es señal de que cabalgamos en buena dirección y
sentido. ¿O no se dice éste un gobierno nacional y popular?
Poder para HACER JUSTICIA |
Quiero creer que el temple presidencial
no sólo se puede ejercer para soportar afrentas; sino cada vez más
para reivindicar a los postergados, para incluir a los excluídos,
para reparar los daños que la Nación ha sufrido, enfrentando a sus
enemigos, en síntesis: HACIENDO JUSTICIA.
Leonardo Del Grosso
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