por Paul Craig Roberts, en Instituto para la Economía Política y Comunidad Saker Latinoamérica. Traducción de Leonardo Del Grosso
Macron discriminó al equipo de Russia Today impidiendo su acreditación y presencia en su comité de campaña |
La derrota de Marine Le Pen, si el recuento de votos fue honesto, indica que los franceses son aún más inconscientes que los estadounidenses.
La semana antes de las elecciones, el alto mando ruso anunció que Washington había convencido al ejército ruso de que Washington pretendía un primer ataque nuclear preventivo contra Rusia. Ningún líder europeo vio peligro en este anuncio, excepto Le Pen.
Ningún líder europeo, y ninguno en Washington, ha dado un paso adelante para tranquilizar a los rusos. Incluso, en los EE.UU. aparentemente sólo mis lectores son concientes de la conclusión rusa. Simplemente nada se dice en los medios occidentales sobre el extraordinario riesgo de convencer a Rusia de que Estados Unidos está preparando un primer ataque contra Rusia.
Nada en la Guerra Fría del siglo XX se acerca a esto.
Le Pen, como lo hizo Trump antes de su castración por el complejo militar/de seguridad, entiende que el conflicto militar con Rusia significa muerte para la humanidad.
¿Por qué los votantes franceses no estaban preocupados por lo que podrían ser sus muertes inminentes?
La respuesta es que a los franceses les han lavado el cerebro hasta creer que defender a Francia, como lo hace Marine Le Pen, es colocar el patriotismo y el nacionalismo por encima de la diversidad y es fascista.
A toda Europa, a excepción de la mayoría de los británicos, le han lavado el cerebro con la creencia de que es hitleriano o fascista defender su país. Para que un francés o una mujer escape a la designación fascista, debe ser europeo, no francés, alemán, holandés, italiano, griego, español, portugués.
Como a los franceses les lavaron el cerebro con que es fascista defender a Francia, los franceses votaron por los banqueros internacionales y por la Unión Europea.
La elección francesa fue un desastre para los europeos, pero fue una gran victoria para los neoconservadores norteamericanos, que ahora podrán empujar a Rusia a la guerra sin oposición europea.
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