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sábado, 28 de noviembre de 2020

DIEGO POR SIEMPRE PUEBLO

"El sol quema con la misma luz conque alumbra. El sol tiene manchas. Los agradecidos ven la luz. Los desagradecidos ven las manchas".
José Martí

Recuerdo que cuando salió su libro autobiográfico "Yo soy el Diego de la gente", escrito durante su más larga estancia en Cuba, en colaboración con los periodistas Daniel Arcucci y Ernesto Cherquis Bialo, Maradona protestó por el título que salió al principio, en la primera edición, que fue "Yo soy el Diego", a secas. Él había manifestado, de entrada y claramente, que el título que él quería era "Yo soy el Diego de la gente", título que la editorial no respetó y debió corregir en la siguiente edición, por el enojo de Diego, para que sea, obviamente, como tiene que ser, que es como el autor de un libro quiere.


Al principio iba a tomar la propia definición de Diego para titular lo que comparto sobre lo que pienso de él, para homenajearlo ahora que Diego Maradona ya está definitivamente en la inmortalidad. Iba a poner "Eterno Diego de la gente". Al final preferí definirlo como lo que será por siempre, del pueblo, porque Diego, aunque prefería ser, en su generosidad, "de la gente", en realidad es del pueblo, que es quien lo ama de verdad. 

Diego con sus padres: Don Diego y Tota

Es Maradona el que, siendo del pueblo, estando siempre orgulloso de ser pueblo, elige ser de "la gente", de todos, no sólo del pueblo, porque Diego es generoso, y se brinda. En "gente" entra todo: entran los altruistas... y los mezquinos, entran los humildes... y los arrogantes, entran los pobres... y los ricos, entra el pueblo... y el antipueblo...

A diferencia de los milicos genocidas, Diego sí supo gambetear ingleses

 

Y dentro de la "gente" está lleno de desagradecidos y oportunistas que aunque Diego se haya brindado también a ellos, ellos no aman a Diego. Y no lo aman porque Diego defendió no a "la gente", sino al pueblo, a los trabajadores, a los de abajo. Por el contrario, una parte de "la gente" lo detesta por eso. Cierto es que en el pueblo también hay oportunistas y desagradecidos, pero no me cabe ninguna duda que Diego Maradona es mucho más amado y sentido por el pueblo que por "la gente", y que Diego no luchó por la gente, sino por el pueblo, y por los pueblos.

Un minuto de silencio por los desaparecidos, pidió Diego en el 96.

Por eso, para mi Diego será eternamente del pueblo, y no de "la gente".


Diego se convidó para todos, hasta para los mismos que no saben lo que es convidar y que viven, como hacen los ricos, de cagar a los demás. "Caretas", decía Diego de aquellos que por sus privilegios materiales se creen superiores. ¡Es que no hay sentimiento más vil que sentir orgullo de tener privilegios! Diego, en cambio, no sabía no convidar.


Diego siempre fue de los que invitan, de los que prestan, de los que regalan, de los que convidan. De los que tienen un pedazo de pan y lo comparten. ¿Alguien se imagina a Diego teniendo algo y no convidando? La gran mayoría de los que odian a Diego son de los que acaparan y no solo no prestan, sino que viven orgullosos de acaparar, de privar a los demás, de pisar a los demás, de acumular riqueza, de ser capitalistas. Diego no comprendía lo que es no compartir.

Y justamente todo esto es una evidencia más de la ideología de Maradona, su ideología socialista, y socialista no por doctrina, sino de corazón, por sentimiento. Es, sencillamente, la ideología del compartir, del convidar, y de repudiar, detestar, a los ortibas que no convidan.

Por eso Maradona se asumió cubano y adoptó al Comandante Fidel Castro como un segundo padre. Porque en la sociedad cubana se comparte, se convida, y se combate a los enemigos de la alegría, a los avaros que viven de timar al prójimo, a las oligarquías, a los racistas. En Cuba venció el pueblo, y los caretas fueron desterrados. ¿Cómo Diego Maradona no iba a elegir Cuba, el país donde lograron, efectivamente, que los ricos "la chupen", como él decía?

Diego y Fidel, amor eterno de dos inmortales
 

Además, Diego, cuando los "paparazzis" insistían en invadir la intimidad de su familia, no llamaba a nadie para que arregle el asunto, no llamaba a la policía para que lo proteja... directamente iba él, personalmente, a ponerle los puntos a los atrevidos. Así era Diego: ejercía su poder personalmente, directamente, que es lo que los caretas, como cagones que son, nunca hacen, sino que siempre tienen que buscar a otro para que se ocupe por ellos.

Por todo eso, y más, es que quiero a Maradona. Maradona era un tipo sumamente sano, porque era sumamente honesto. No andaba por la vida ni promocionando sus virtudes ni disimulando sus miserias. No la careteaba. Era transparente, sin filtro. Y nunca se impuso ser ejemplo de nada. Simplemente era como le salía, sólo sintiendo simple amor para reivindicar, con su juego y su garra, con sus expresiones y su coraje, a los desheredados, a los privados de todo.

Mural de Diego en Siria, en medio de los escombros de la guerra provocada por los anglosionistas

Por otra parte ¿Cuántos jugadores del más alto nivel toman posiciones políticas claras y contundentes como lo hizo Maradona? ¿Cuántos deportistas de alta competencia dicen lo que piensan sin especular, sin medir, como hacía Diego? ¿Cuántos famosos como él, que además fue más famoso que nadie, se enfrentaron a las burocracias que trafican la ilusión y la esperanza de los pueblos?

Diego, que supo lo que es que alguien en su familia no comiera para que siendo niño él pudiera comer, que supo lo que es el dolor de la carencia junto al dolor de la injusticia -de la que la carencia es hija- no se olvidó de ese dolor cuando la vida lo revoleó desde Villa Fiorito hasta la Torre Eiffel, sin escalas, de una patada en el culo, como él contaba cuando hablaba de su vida. No se olvidó de los pobres, de los burlados, de los humildes, y por ellos habló y se plantó frente a los arrogantes.

1995: Diego generoso, como siempre

Todas las palabras no alcanzan ni alcanzarán para describir la inmensidad de ese corazón que, aunque haya dejado de latir, por los siglos de los siglos seguirá bombeando amor, alegría, empatía, justicia, y una reverenda puteada a los mediocres envidiosos viles, que no saben ni siquiera lo que es patear una pelota.


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