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viernes, 12 de febrero de 2021

LOS PERDONES IMPERDONABLES DE TRUMP - OTRA ACTUACIÓN VERGONZOSA DEL "PRESIDENTE DE ISRAEL"

Por Phillip Giraldi. En The Unz Review. 26 de enero 2021. Traducción de Leonardo Del Grosso para Striptease del Poder

Uno sigue escuchando que el ex presidente Donald Trump será juzgado bien por los libros de historia, porque fue el único jefe de estado estadounidense en la memoria reciente que no inició ninguna nueva guerra. Bueno, la afirmación es en sí misma cuestionable ya que Jimmy Carter, más allá de todas sus fallas, logró evitar entrar en un nuevo conflicto armado, y Trump difícilmente puede ser descrito como un presidente que evitó usar la fuerza, tanto literal como figurativamente.

Trump indultando criminales sionistas

Atacó a Siria en dos ocasiones basándose en inteligencia fabricada, asesinó a un general iraní, se retiró de varios acuerdos de armas y proliferación, y ha estado librando una guerra económica contra Irán, Siria, Venezuela e Irak.

Ha sancionado a personas y organizaciones tanto en China como en Rusia, y ha declarado terroristas a los componentes del gobierno iraní y a los rebeldes yemeníes hutíes. Ha ocupado la región productora de petróleo de Siria para “protegerla de los terroristas” y, en general, ha ejercido la “máxima presión” contra sus “enemigos” en el Medio Oriente.

Entonces no, Donald Trump no es un activista antiguerra. Pero las iniciativas de política exterior más dominantes de Trump han involucrado a Israel, alentando los ataques del estado judío contra objetivos palestinos, iraníes, libaneses y sirios con impunidad, matando a miles de civiles bajo su mando.

Trump le ha dado a Israel todo lo que podía pedir, sin tener en cuenta cuáles podrían ser realmente los intereses de Estados Unidos. Lo único que no hizo por el estado judío fue atacar y destruir Irán, e incluso allí los informes sugieren que trató de hacer precisamente eso en los últimos días de su administración, pero su gabinete lo disuadió.

La complacencia de Trump a Israel comenzó con la retirada del acuerdo de monitoreo nuclear con Irán, seguido por el cierre de las oficinas palestinas en los Estados Unidos, deteniendo las contribuciones estadounidenses para el socorro humanitario palestino, moviendo la embajada de los Estados Unidos a Jerusalén, reconociendo la soberanía israelí sobre los Altos del Golán de Siria, dando luz verde a Israel para hacer lo que quiera en la antigua Cisjordania palestina, y finalmente permitiendo que el ex espía israelí en libertad condicional Jonathan Pollard regrese a “casa” en Israel, donde recibió la bienvenida de un héroe.

Trump, sin duda, fue ayudado en su deslealtad hacia su propio país por el ex abogado de bancarrotas, el embajador en Israel David Friedman, un ardiente sionista y un animador de cuanta atrocidad el primer ministro Benjamin Netanyahu decida cometer.

Si a eso le sumamos un Congreso que le da miles de millones de dólares a Israel anualmente, mientras vocifera que el estado judío tiene el “derecho a defenderse”, y unos medios de comunicación que autocensuran todas las violaciones de derechos humanos y los crímenes de guerra que Netanyahu desata, tienes un fiesta del amor perfecto por Israel expresada diariamente en todo Estados Unidos.

Pero incluso teniendo en cuenta todo eso, Trump, el alcahuete, claramente quería darle un último regalo a Israel, y lo guardó para su último día en el cargo, cuando emitió más de 140 indultos y conmutaciones.

Aunque otros presidentes han emitido indultos controvertidos, ningún otro jefe de estado ha abusado tanto de la autoridad de clemencia para beneficiar no solo a amigos y conocidos, sino también a acusados famosos, incluidos raperos, algunos defendidos por personas como las Kardashian [familia famosa en EEEUU protagonista de un show televisivo donde se muestra la vida del clan caracterizado por la lujuria y la ambición de fama y dinero. Nota del Traductor] y también aquellos promovidos por intereses monetarios.

La mayoría de los indultos fueron para compinches y suplicantes que estaban dispuestos a pagar en efectivo o en especie para ser liberados. Se sugirió que el yerno de Trump, Jared Kushner, estaba involucrado en el proceso de selección y el dinero era a menudo un elemento clave. Algunos podrían describir eso como corrupción.

Aquellos de nosotros en el actual movimiento contra la guerra y contra el estado de vigilancia,  esperábamos que Trump realmente hiciera algo bueno sin costo para él mismo, perdonando a los denunciantes Edward Snowden, John Kiriakou, Reality Winner y Chelsea Manning, así como al periodista Julian Assange. Kiriakou ha informado que cuando solicitó un indulto a través de uno de los ayudantes del abogado de Trump, Rudi Giuliani, le dijeron que tal arreglo costaría 2 millones de dólares.

Dejando a un lado los sobornos para los indultos, a Trump no le habría costado nada perdonar a los denunciantes y sería una reivindicación de quienes se habían puesto en riesgo para atacar las maquinaciones del Estado Profundo, al que Trump había culpado de los ataques coordinados contra él mismo. Esta era su oportunidad relativamente gratuita de vengarse.

Es cierto que se especula que el senador Mitch McConnell puede haber advertido a Trump sobre que no perdone a Julian Assange en particular, amenazando con obtener suficientes votos republicanos para condenarlo en su próximo juicio político si lo hiciera. Sea como fuere, ni un solo denunciante fue indultado, aunque había espacio en el barco para un montón de atroces criminales de cuello blanco.

Al ex médico Salomon Melgen, por ejemplo, le conmutaron la sentencia. Melgen, un amigo cercano del senador seriamente corrupto de Nueva Jersey, Robert Menendez, se metió en problemas en 2009 cuando los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (C.M.S.; Centers for Medicare & Medicaid Services) descubrieron que había facturado en exceso a Medicare por 8,9 millones de dólares por un medicamento llamado Lucentis.

Dos años después, el negocio de Melgen se vio afectado por un gravamen de 11 millones de dólares por parte del I.R.S. (Internal Revenue Service, Servicio de Impuestos Internos, vendría a ser la A.F.I.P. de los EE.UU. Nota del Traductor) y cuatro años después fue acusado y condenado por más de 76 cargos de fraude a la atención médica y hacer declaraciones falsas.

Algunos de los indultados tenían organizaciones judías que iban a batear por ellos. Elliott Broidy, ex presidente de finanzas del Comité Nacional Republicano, tenía no menos de cinco rabinos que lo respaldaban.

El año pasado, Broidy se declaró culpable de actuar como un “agente extranjero no registrado”, como parte de una investigación más amplia sobre el “escándalo 1MDB” de Malasia en el que el primer ministro Najib Razak robó más de 700 millones de dólares de la empresa estatal 1Malaysia Development Berhad (1MDB). Broidy trabajó en nombre de Razak y le ofrecieron 75 millones de dólares si lograba que el Departamento de Justicia de Estados Unidos abandonara su propia investigación sobre el escándalo.

Otro beneficiario de la clemencia que aprovechó sus vínculos judíos fue Philip Esformes, un ex ejecutivo de un asilo de ancianos que ejecutó uno de los mayores fraudes al Medicare en la historia de Estados Unidos. Apenas unos días después de ser liberado después de cumplir cuatro años de su sentencia de 20 años, Esformes celebró la boda de su hija en una lujosa fiesta celebrada en su casa multimillonaria en Florida.

Se benefició de una campaña de cabildeo del Instituto Hasidic Chabad-Lubavitch Aleph, un grupo asesorado por el omnipresente ex abogado de Trump, Alan Dershowitz. Según los informes, el movimiento tiene conexiones con el yerno de Trump, Jared Kushner.

Otra persona indultada por Trump fue Sholam Weiss, un hombre de negocios jasídico de Nueva York que fue sentenciado a más de 800 años de prisión en el año 2.000 por extorsión, fraude electrónico y lavado de dinero relacionado con un enorme esquema de fraude que robó 125 millones de dólares de la Compañía de Seguros National Heritage Life, lo que llevó a su quiebra. Huyó del país, pero posteriormente fue arrestado en Austria y extraditado a Estados Unidos. Según los informes, Weiss había recibido el respaldo de Dershowitz, quien recientemente también estuvo involucrado en el caso de espionaje de Jeffrey Epstein/Ghislaine Maxwell.

Y, por supuesto, también estuvo el factor Israel. Sin ninguna razón plausible y contraria a los intereses estadounidenses reales, Trump otorgó un perdón total a Aviem Sella, un ex-oficial de la Fuerza Aérea israelí de setenta y cinco años, que fue acusado en los Estados Unidos en 1987 por espionaje en relación con el caso del espía Jonathan Pollard.

Sella huyó a Israel días antes de que Pollard fuera arrestado frente a la embajada israelí en Washington D.C. y el gobierno israelí se negara a extraditarlo. Sella, en ese momento haciendo un curso de grado en la Universidad de Nueva York, fue el contacto inicial de Pollard. Había comenzado a trabajar a tiempo parcial para la agencia de inteligencia Mossad a principios de la década de 1980 y recibió algunos de los documentos clasificados de alto secreto proporcionados por Pollard a cambio de dinero y joyas.

Sella había transmitido el contacto de Pollard al agente del Mossad, Rafi Eitan, quien continuó “dirigiendo” a Pollard hasta que fue arrestado. La acusación de Sella fue esencialmente un teatro sin sentido, como es generalmente cierto en casi todos los casos de espías israelíes en los EE. UU., ya que Tel Aviv se negó a extraditarlo a los Estados Unidos y el Departamento de Justicia no intentó arrestarlo cuando viajó fuera de Israel.

El perdón de Trump para Sella como un favor a Netanyahu envía una señal más de que Israel puede espiar a Estados Unidos con impunidad. La solicitud de clemencia a Trump provino del propio gobierno israelí y, según los informes, fue respaldada por Netanyahu, el embajador de Israel en Estados Unidos, Ron Dermer, el embajador de Estados Unidos en Israel, David Friedman, y Miriam Adelson.

Según la declaración de la Casa Blanca sobre el indulto, “el estado de Israel ha emitido una disculpa tan completa como inequívoca, y ha solicitado el perdón para cerrar este desafortunado capítulo en las relaciones entre Estados Unidos e Israel”.

¿Fue un regalo o simplemente un alcahueteo? Nótese particularmente la inclusión de David Friedman, quien como embajador de Estados Unidos en Israel se supone que debe defender los intereses de Estados Unidos, pero nunca lo hace. Érase una vez que se consideraba un posible conflicto de intereses enviar un embajador judío a Israel.

Ahora parece ser un requisito y aparentemente se supone que el Embajador es un defensor de Israel como parte de su misión. Sin duda, Friedman será reemplazado por una versión demócrata para ofrecer más de lo mismo. Y luego está Miriam Adelson. El bueno de Sheldon apenas tiene frío bajo tierra y su esposa ha asumido la responsabilidad de manipular a los jugadores en Washington en nombre del estado judío.

El dinero habla y por eso el drama en Washington continúa desarrollándose. Trump se las arregla para verse aún peor con su última ronda de indultos y conmutaciones en su último día en el cargo. Nadie que mereciera clemencia la obtuvo y muchos pícaros bien conectados que estaban dispuestos a desembolsar dinero a cambio de misericordia se beneficiaron. “Business as usual” (negocios como siempre. Nota del Traductor) prodigado por el llamado Líder del Mundo Libre.


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